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La sabiduría desde Adán hasta José

10 La sabiduría protegió al hombre que fue creado primero,
al padre del género humano, después de ser formado solo,
y ella lo levantó de su caída
y le dio el poder de dominarlo todo.
En cambio Caín, llevado por su ira, se apartó de ella,
y llevado por el odio dio muerte a su hermano.
De ese modo, él mismo pereció.
Por culpa del hombre, el agua inundó la tierra,
pero la sabiduría la salvó de nuevo,
guiando al justo Noé en un simple trozo de madera.
Cuando las naciones se unieron para hacer el mal
y fueron confundidas,
la sabiduría escogió a Abraham, hombre justo,
lo conservó irreprochable ante Dios
y lo mantuvo fuerte a pesar del amor que sentía por su hijo.
Cuando Dios exterminó a los perversos,
la sabiduría libró a Lot, otro hombre justo,
del fuego que cayó sobre las cinco ciudades.
En prueba de aquella maldad,
todavía queda el desierto humeante,
plantas cuyos frutos nunca maduran
y una estatua de sal que se levanta
como recuerdo de una persona que no creyó.
Por haberse apartado de la sabiduría,
esa gente no sólo se hizo incapaz de conocer el bien,
sino que dejó un recuerdo de su poco juicio,
para que no se olvidaran sus errores.
La sabiduría, en cambio, sacó de apuros a sus servidores.
10 Llevó por caminos seguros a Jacob, hombre justo,
que huía de la ira de su hermano;
le mostró el reino de Dios
y le dio el conocimiento de las cosas sagradas;
le dio éxito en sus trabajos
y multiplicó el fruto de sus fatigas;
11 lo ayudó ante la codicia de sus opresores
y lo enriqueció;
12 lo defendió de sus enemigos,
lo protegió de los ataques de éstos
y lo hizo triunfar en el duro combate,
para que supiera que nada es tan fuerte como la piedad.
13 La sabiduría no abandonó a José, el justo vendido,
sino que lo libró de caer en pecado;
14 lo acompañó al calabozo
y no lo dejó en la cárcel,
sino que le entregó el cetro de rey
y le dio poder sobre sus opresores;
demostró la mentira de los que lo acusaron
y le dio gloria eterna.

La sabiduría y la salida de Israel de Egipto

15 La sabiduría libró a tu pueblo santo,
a tu gente irreprochable,
de la nación que lo oprimía.
16 Entró en el alma de Moisés, tu siervo,
y con milagros y prodigios
hizo frente a reyes temibles.
17 Dio a tu pueblo santo la recompensa de sus sufrimientos,
y lo condujo por un camino maravilloso;
durante el día le daba sombra,
y de noche era como la luz de las estrellas.
18 Lo hizo atravesar el Mar Rojo a pie,
y lo guió a través de aguas caudalosas;
19 a sus enemigos, en cambio, los hundió,
y luego los sacó del fondo del abismo.
20 Así los justos se apoderaron de las riquezas de los impíos,
alabaron, Señor, tu santo nombre,
y todos a una te dieron gracias porque tú los defendiste:
21 la sabiduría enseñó a hablar a los mudos
y soltó la lengua de los niños.