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»¡Ay de ti, ciudad sanguinaria,
toda llena de mentira y de pillaje!
¡Tu rapiña no tiene fin!
Chasquido de látigo,
estrépito de ruedas,
caballos al galope,
carros que saltan,
cargas de caballería,
resplandor de espada
y resplandor de lanza.
¡Multitud de heridos,
multitud de cadáveres!
¡Cadáveres sin fin!
La gente tropieza con ellos.
Y todo por culpa de las fornicaciones
de la ramera de hermosa gracia,
maestra en hechizos,
que seduce a las naciones
con sus fornicaciones
y a los pueblos con sus hechizos.

»¡Aquí estoy contra ti!,
dice Jehová de los ejércitos.
Te levantaré las faldas hasta el rostro
y mostraré a las naciones tu desnudez,
a los reinos tu vergüenza.
Echaré sobre ti inmundicias,
te avergonzaré y te pondré como estiércol.
Todos los que te vean
se apartarán de ti y dirán:
“¡Nínive ha quedado desolada!
¿Quién se compadecerá de ella?
¿Dónde te buscaré consoladores?”
¿Eres tú mejor que Tebas,
que estaba asentada junto al Nilo,
rodeada de aguas,
cuyo baluarte era el mar
y tenía aguas por muro?
Etiopía y Egipto eran su fortaleza,
y eso sin límite;
Fut y Libia fueron sus aliados.
10 Sin embargo, ella fue llevada en cautiverio;
también sus pequeños fueron estrellados
en las encrucijadas de todas las calles;
sobre sus nobles echaron suertes,
y todos sus grandes fueron aprisionados con grillos.
11 Tú también serás embriagada
y serás encerrada;
tú también buscarás refugio
a causa del enemigo.
12 Todas tus fortalezas serán
cual higueras cargadas de brevas,
que, si las sacuden,
caen en la boca del que las ha de comer.
13 Tus tropas, dentro de ti, son como mujeres.
Las puertas de tu tierra
se abrirán de par en par a tus enemigos
y el fuego consumirá tus cerrojos.
14 Provéete de agua para el asedio,
refuerza tus fortalezas,
entra en el lodo y pisa el barro,
y refuerza el horno.
15 Allí te consumirá el fuego,
te talará la espada,
te devorará como el pulgón.
¡Multiplícate como la langosta!
¡Multiplícate como el saltamontes!
16 Multiplicaste tus mercaderes
más que las estrellas del cielo;
la langosta hace presa y vuela.
17 Tus príncipes serán como langostas
y tus grandes como nubes de langostas
que se posan sobre las cercas
en los días de frío;
al salir el sol se van,
sin que nadie sepa a dónde.

18 »¡Se han dormido tus pastores,
rey de Asiria!
Reposan tus valientes,
tu ejército se dispersó por los montes
y no hay quien lo junte.
19 ¡No hay medicina para tu quebradura,
tu herida es incurable!
Todos los que oyen acerca de ti
aplauden tu ruina,
porque ¿sobre quién no ha pasado sin tregua tu maldad?»