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El juzgar a los demás

»No juzguen a los demás, para que Dios no los juzgue a ustedes, porque de la manera como juzguen a otros, así Dios los juzgará a ustedes; Dios los va a tratar de la misma forma en que ustedes traten a los demás. ¿Cómo te atreves a mirar la paja que está en el ojo de tu hermano, si tienes una viga en el tuyo? ¿Cómo le pedirás a tu amigo que te deje sacarle la paja que tiene en su ojo, si la viga que tienes en el tuyo no te deja ver? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en tu ojo, para que puedas ver bien cuando estés sacando la paja del ojo de tu hermano.

»No le den lo que es santo a los perros, ni echen perlas delante de los puercos; porque son capaces de pisotearlas y luego dar media vuelta y atacarlos a ustedes.

Pidan, busquen, llamen

»Pidan y se les concederá lo que pidan. Busquen y hallarán. Toquen y se les abrirá la puerta. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Si su hijo le pide pan, ¿quién de ustedes será capaz de darle una piedra? 10 Y si le pide pescado, seguro que no le dará una serpiente venenosa, ¿verdad? 11 Pues si ustedes que son malos saben dar buenas cosas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que se las pidan!

12 »Haz a otros todo lo que quieras que te hagan a ti. En esto se resumen las enseñanzas de la ley y de los profetas.

La puerta estrecha y la puerta ancha

13 »Entren por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conducen a la perdición; por eso muchísimas personas los prefieren. 14 En cambio, estrecha es la puerta y angosto el camino que conducen a la vida, y muy pocas personas los hallan.

El árbol y sus frutos

15 »Cuídense de los falsos maestros que se les acercan disfrazados de ovejas, pero en realidad son lobos capaces de destrozarlos. 16 De la misma manera que uno puede identificar un árbol por los frutos que lleva, así podrán identificar a esos falsos profetas por la forma en que se comportan. ¿Quién confunde una vid con un espino o una higuera con abrojos? 17 El buen árbol produce buenos frutos; y el malo, malos frutos. 18 Es imposible que un buen árbol produzca frutos desagradables. Por otro lado, es imposible que un mal árbol produzca buenos frutos. 19 Por eso los árboles que dan malos frutos se cortan y se queman. 20 Igualmente, una persona se conoce por las acciones que realiza.

21 »No todos los que se dirijan a mí llamándome “Señor, Señor”, entrarán en el reino de los cielos. Allí sólo entrarán los que obedezcan a mi Padre que está en el cielo. 22 El día del juicio muchos me dirán: “Señor, nosotros predicamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios y realizamos muchísimos milagros”. 23 Pero yo les responderé: “A ustedes nunca los conocí. Apártense de mí, porque sus obras son malignas”.

El prudente y el insensato

24 »Todo el que presta atención a mis enseñanzas y las pone en práctica es tan sabio como el hombre que edificó su casa sobre una roca bien firme. 25 Cuando llegaron las lluvias, las inundaciones y los huracanes, la casa no se derrumbó porque estaba edificada sobre roca. 26 Pero el que oye mis enseñanzas y no las pone en práctica, es como el tonto que edificó su casa sobre la arena. 27 Cuando llegaron las lluvias, las inundaciones y los fuertes vientos, la casa se derrumbó y su ruina fue irreparable».

28 Cuando Jesús terminó de impartir estas enseñanzas, la multitud que lo había escuchado quedó admirada, 29 porque enseñaba como alguien que tiene gran autoridad y no como los escribas.

El juzgar a los demás

(Lc. 6.37-38,41-42)

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.(A) ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

La oración, y la regla de oro

(Lc. 11.9-13; 6.31)

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? 10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? 11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? 12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

La puerta estrecha

(Lc. 13.24)

13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; 14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Por sus frutos los conoceréis

(Lc. 6.43-44)

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.(B) 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.(C)

Nunca os conocí

(Lc. 13.25-27)

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.(D)

Los dos cimientos

(Lc. 6.46-49)

24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.(E)