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Una mujer derrama perfume sobre Jesús

12 Seis días antes de la Pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, a quien él había resucitado. Allí hicieron una cena en honor de Jesús; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa comiendo con él. María trajo unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, muy caro, y perfumó los pies de Jesús; luego se los secó con sus cabellos. Y toda la casa se llenó del aroma del perfume. Entonces Judas Iscariote, que era aquel de los discípulos que iba a traicionar a Jesús, dijo:

—¿Por qué no se ha vendido este perfume por el equivalente al salario de trescientos días, para ayudar a los pobres?

Pero Judas no dijo esto porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que echaban en ella. Jesús le dijo:

—Déjala, pues lo estaba guardando para el día de mi entierro. A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.

Conspiración contra Lázaro

Muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba en Betania, y fueron allá, no sólo para ver a Jesús sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. 10 Entonces los jefes de los sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, 11 porque por causa suya muchos judíos se estaban separando de ellos para creer en Jesús.

Jesús entra en Jerusalén(A)

12 Mucha gente había ido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Al día siguiente, supieron que Jesús iba a llegar a la ciudad. 13 Entonces cortaron hojas de palmera y salieron a recibirlo, gritando:

—¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!

14 Jesús encontró un burro y montó en él, como se dice en la Escritura:

15 «No tengas miedo, ciudad de Sión;
mira, tu Rey viene
montado en un burrito.»

16 Al principio, sus discípulos no entendieron estas cosas; pero después, cuando Jesús fue glorificado, se acordaron de que todo esto que le habían hecho estaba en la Escritura y se refería a él.

17 La gente que estaba con Jesús cuando él llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó, contaba lo que había visto. 18 Por eso, la gente salió al encuentro de Jesús, porque supieron de la señal milagrosa que había hecho. 19 Pero los fariseos se decían unos a otros:

—Ya ven ustedes que así no vamos a conseguir nada. Miren, ¡todo el mundo se va con él!

Unos griegos buscan a Jesús

20 Entre la gente que había ido a Jerusalén a adorar durante la fiesta, había algunos griegos. 21 Éstos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de Galilea, y le rogaron:

—Señor, queremos ver a Jesús.

22 Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús. 23 Jesús les dijo entonces:

—Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. 24 Les aseguro que si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha. 25 El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna. 26 Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también el que me sirva. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.

Jesús anuncia su muerte

27 »¡Siento en este momento una angustia terrible! ¿Y qué voy a decir? ¿Diré: “Padre, líbrame de esta angustia”? ¡Pero precisamente para esto he venido! 28 Padre, glorifica tu nombre.

Entonces se oyó una voz del cielo, que decía: «Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar otra vez.»

29 La gente que estaba allí escuchando, decía que había sido un trueno; pero algunos afirmaban:

—Un ángel le ha hablado.

30 Jesús les dijo:

—No fue por mí por quien se oyó esta voz, sino por ustedes. 31 Éste es el momento en que el mundo va a ser juzgado, y ahora será expulsado el que manda en este mundo. 32 Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.

33 Con esto daba a entender de qué forma había de morir. 34 La gente le contestó:

—Por la ley sabemos que el Mesías vivirá para siempre. ¿Cómo, pues, dices tú que el Hijo del hombre tiene que ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?

35 Jesús les dijo:

—Todavía estará entre ustedes la luz, pero solamente por un poco de tiempo. Anden, pues, mientras tienen esta luz, para que no les sorprenda la oscuridad; porque el que anda en oscuridad, no sabe por dónde va. 36 Crean en la luz mientras todavía la tienen, para que pertenezcan a la luz.

Después de decir estas cosas, Jesús se fue y se escondió de ellos.

Por qué los judíos no creían en Jesús

37 A pesar de que Jesús había hecho tan grandes señales milagrosas delante de ellos, no creían en él; 38 pues tenía que cumplirse lo que escribió el profeta Isaías:

«Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?
¿A quién ha revelado el Señor su poder?»

39 Así que no podían creer, pues también escribió Isaías:

40 «Dios les ha cerrado los ojos
y ha entorpecido su mente,
para que no puedan ver
ni puedan entender;
para que no se vuelvan a mí,
y yo no los sane.»

41 Isaías dijo esto porque había visto la gloria de Jesús, y hablaba de él.

42 Sin embargo, muchos de los judíos creyeron en Jesús, incluso algunos de los más importantes. Pero no lo decían en público por miedo a los fariseos, para que no los expulsaran de las sinagogas. 43 Preferían la gloria que dan los hombres a la gloria que da Dios.

Las palabras de Jesús juzgarán a la gente

44 Jesús dijo con voz fuerte: «El que cree en mí, no cree solamente en mí, sino también en el Padre, que me ha enviado. 45 Y el que me ve a mí, ve también al que me ha enviado. 46 Yo, que soy la luz, he venido al mundo para que los que creen en mí no se queden en la oscuridad. 47 Pero a aquel que oye mis palabras y no las obedece, no soy yo quien lo condena; porque yo no vine para condenar al mundo, sino para salvarlo. 48 El que me desprecia y no hace caso de mis palabras, ya tiene quien lo condene: las palabras que yo he dicho lo condenarán en el día último. 49 Porque yo no hablo por mi cuenta; el Padre, que me ha enviado, me ha ordenado lo que debo decir y enseñar. 50 Y sé que el mandato de mi Padre es para vida eterna. Así pues, lo que yo digo, lo digo como el Padre me ha ordenado.»

Una mujer perfuma los pies de Jesús

12 Seis días antes de que se celebrara la fiesta de la Pascua, Jesús fue al pueblo de Betania. Allí vivía Lázaro, el hombre a quien Jesús había resucitado.

En ese pueblo, unos amigos de Jesús hicieron una cena para él. Lázaro estaba sentado a la mesa con Jesús, y su hermana Marta servía la comida. María, su otra hermana, tomó una botella de un perfume muy caro[a] y perfumó los pies de Jesús. Después los secó con sus cabellos, y toda la casa se llenó con el olor del perfume.

Pero uno de los discípulos, que se llamaba Judas Iscariote, y que después traicionaría a Jesús, dijo:

—¡Mejor se hubiera vendido este perfume! Nos habrían dado el dinero de trescientos días de trabajo, y con él podríamos haber ayudado a los pobres.

6-8 Entonces Jesús le dijo a Judas:

—¡Déjala tranquila! Ella estaba guardando ese perfume para el día de mi entierro.[b] En cuanto a los pobres, siempre los tendrán cerca de ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.

En realidad, a Judas no le importaban los pobres; dijo eso porque era un ladrón. Como él era el encargado de cuidar el dinero de Jesús y de los discípulos, a veces se lo robaba.

El plan para matar a Lázaro

Muchos de los judíos que vivían en Jerusalén se enteraron de que Jesús estaba en Betania; así que fueron allá, no sólo para verlo sino para ver también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado.

10 Cuando los sacerdotes principales se enteraron de esto, planearon matar también a Lázaro, 11 pues por su culpa muchos judíos ya no querían nada con los sacerdotes, y se habían vuelto seguidores de Jesús.

Jesús entra en Jerusalén

12 Mucha gente había ido a la ciudad de Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Al día siguiente, cuando algunos escucharon que Jesús iba a llegar a la ciudad, 13 cortaron ramas de palmera y salieron a encontrarlo, gritando:

«¡Sálvanos, Dios nuestro!
¡Bendito el que viene de parte de Dios!
¡Bendito sea el Rey de Israel!»

14 Jesús, por su parte, se montó en un burrito que encontró en el camino. Así cumplió con lo que anunciaba la Biblia:

15 «¡No tengan miedo
habitantes de Jerusalén!

»¡Ya viene su Rey!
¡Viene montado en un burrito!»

16-19 Los que estuvieron presentes en Betania, cuando Jesús resucitó a Lázaro, habían contado en Jerusalén este milagro. Por eso la gente salió al encuentro de Jesús. Pero los fariseos se decían unos a otros: «Miren, ¡todos lo siguen! No vamos a poder hacer nada.»

Al principio, los discípulos de Jesús no entendían lo que estaba pasando; pero después de que Jesús murió y resucitó, se acordaron de que todo lo que le habían hecho a Jesús ya estaba anunciado en la Biblia.

Jesús anuncia su muerte

20 Entre las personas que habían ido a Jerusalén para la fiesta de la Pascua, había unos griegos.[c] 21 Ellos fueron a un pueblo de Galilea para ver a Felipe, uno de los discípulos de Jesús, y le dijeron:

—Señor, queremos ver a Jesús.

Felipe, que era de Betsaida, 22 fue a contárselo a Andrés, y los dos fueron a decírselo a Jesús. 23 Él les dijo:

—Ha llegado el momento de que todos sepan de verdad quién es el Hijo del hombre. 24 Ustedes saben que el grano de trigo no produce nada, a menos que caiga en la tierra y muera. Y si muere, da una cosecha abundante. 25 Si ustedes consideran que su vida es más importante que obedecerme, no tendrán vida eterna. Pero si consideran que su vida en este mundo no es importante, y me obedecen, entonces tendrán vida eterna. 26 Si alguno de ustedes quiere servirme, tiene que obedecerme. Donde yo esté, ahí también estarán los que me sirven, y mi Padre los premiará.

27 »En este momento estoy sufriendo mucho, y me encuentro confundido. Quisiera decirle a mi Padre que no me deje sufrir así. Pero no lo haré, porque yo vine al mundo precisamente para hacer lo que él me mandó. 28 Más bien diré: “Padre, muéstrale al mundo tu poder.”

Al momento, desde el cielo se oyó una voz que decía: «Ya he mostrado mi poder, y volveré a mostrarlo.»

29 Los que estaban allí decían que habían oído un trueno. Otros decían: «Un ángel le ha hablado a Jesús.» 30 Pero Jesús les dijo:

«La voz que ustedes oyeron tiene como propósito ayudarlos a confiar en mí. 31 Ahora es cuando la gente de este mundo va a ser juzgada; y el que manda en este mundo, que es el diablo, será echado fuera. 32 Pero, cuando me cuelguen de la cruz, haré que todos crean en mí.»

33 Cuando Jesús dijo que lo colgarían de la cruz, se refería al modo en que iba a morir.

34 La gente le preguntó:

—¿Por qué dices tú que al Hijo del hombre lo van a colgar de una cruz? ¿Quién es este Hijo del hombre? La Biblia dice que el Mesías vivirá para siempre.

35-36 Jesús les contestó:

—Yo estaré con ustedes poco tiempo. Crean en mí mientras aún estoy aquí. Creer en mí significa caminar mientras todavía hay luz, para no ser sorprendido por la noche, porque el que camina en la oscuridad no sabe por dónde va.

Después de decir esto, Jesús se apartó de todos y se fue a un lugar donde no lo pudieran encontrar.

La gente no creía en Jesús

37 Jesús había hecho muchos milagros delante de esa gente, pero aun así la gente no creía en él. 38 Esto sucedió porque tenía que cumplirse lo que había escrito el profeta Isaías:

«Dios mío, ¿quién ha creído
en nuestro mensaje?
¿A quién le has mostrado tu poder?»

39 Por eso no podían creer, pues Isaías también escribió:

40 «Dios los ha hecho tercos,
y no los deja entender,
para que no se arrepientan
ni crean en él,
ni se salven.»

41 Isaías escribió esto porque anticipadamente vio el poder y la fama que Jesús habría de tener. 42 Sin embargo, muchos judíos y algunos de sus líderes creyeron en Jesús, pero no se lo decían a nadie, porque tenían miedo de que los fariseos los expulsaran de la sinagoga. 43 Ellos preferían quedar bien con la gente y no con Dios.

Jesús vino a salvar al mundo

44 Jesús dijo con voz fuerte:

«Si alguien cree en mí, también cree en Dios, que me envió. 45 Y si alguien me ve a mí, también ha visto al que me envió. 46 Yo soy la luz que ha venido para alumbrar este mundo. El que cree en mí no vivirá en la oscuridad.

47 »Yo no vine para juzgar a los que oyen mis enseñanzas y no las obedecen. No vine para condenar a la gente de este mundo, sino para salvarla. 48 El que me rechaza y no obedece mis enseñanzas, será condenado por esas mismas enseñanzas cuando llegue el fin.

49 Porque yo no hablo por mi propia cuenta, sino que mi Padre me envió y me dijo todo lo que debo enseñar. 50 Y sé que los que obedecen los mandamientos de mi Padre tendrán vida eterna. Por eso les he dicho todo lo que mi Padre me ordenó enseñarles.»

Footnotes

  1. Juan 12:3 Perfume muy caro: El texto griego indica que la botella contenía unos 350 gramos de perfume de nardo puro. Este perfume se hacía de una planta del mismo nombre, y se traía de la India.
  2. Juan 12:6 En la antigüedad, cuando se iba a enterrar a alguien, se cubría todo el cuerpo del muerto con vendas empapadas en perfume.
  3. Juan 12:20 Griegos: Probablemente se trataba de personas que no eran judías, pero que practicaban la religión judía.

Jesús lava los pies de sus discípulos

13 Era antes de la fiesta de la Pascua, y Jesús sabía que había llegado la hora de que él dejara este mundo para ir a reunirse con el Padre. Él siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin.

2-4 El diablo ya había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la idea de traicionar a Jesús. Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad; así que, mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.

Cuando iba a lavarle los pies a Simón Pedro, éste le dijo:

—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?

Jesús le contestó:

—Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás.

Pedro le dijo:

—¡Jamás permitiré que me laves los pies!

Respondió Jesús:

—Si no te los lavo, no podrás ser de los míos.

Simón Pedro le dijo:

—¡Entonces, Señor, no me laves solamente los pies, sino también las manos y la cabeza!

10 Pero Jesús le contestó:

—El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.

11 Dijo: «No están limpios todos», porque sabía quién lo iba a traicionar.

12 Después de lavarles los pies, Jesús volvió a ponerse la capa, se sentó otra vez a la mesa y les dijo:

—¿Entienden ustedes lo que les he hecho? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. 14 Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. 16 Les aseguro que ningún servidor es más que su señor, y que ningún enviado es más que el que lo envía. 17 Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos.

18 »No estoy hablando de todos ustedes; yo sé quiénes son los que he escogido. Pero tiene que cumplirse lo que dice la Escritura: “El que come conmigo, se ha vuelto contra mí.” 19 Les digo esto de antemano para que, cuando suceda, ustedes crean que Yo Soy. 20 Les aseguro que el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.

Jesús anuncia que Judas lo traicionará(A)

21 Después de decir esto, Jesús se sintió profundamente conmovido, y añadió con toda claridad:

—Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.

22 Los discípulos comenzaron entonces a mirarse unos a otros, sin saber de quién estaba hablando. 23 Uno de ellos, a quién Jesús quería mucho, estaba junto a él, mientras cenaban, 24 y Simón Pedro le dijo por señas que le preguntara de quién estaba hablando. 25 Él, acercándose más a Jesús, le preguntó:

—Señor, ¿quién es?

26 Jesús le contestó:

—Voy a mojar un pedazo de pan, y a quien se lo dé, ése es.

En seguida mojó un pedazo de pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. 27 Y tan pronto como Judas recibió el pan, Satanás entró en su corazón. Jesús le dijo:

—Lo que vas a hacer, hazlo pronto.

28 Pero ninguno de los que estaban cenando a la mesa entendió por qué le decía eso. 29 Como Judas era el encargado de la bolsa del dinero, algunos pensaron que Jesús le quería decir que comprara algo para la fiesta, o que diera algo a los pobres.

30 Una vez que Judas hubo recibido el pan, salió. Ya era de noche.

El nuevo mandamiento

31 Después que Judas hubo salido, Jesús dijo:

—Ahora se muestra la gloria del Hijo del hombre, y la gloria de Dios se muestra en él. 32 Y si el Hijo del hombre muestra la gloria de Dios, también Dios mostrará la gloria de él; y lo hará pronto. 33 Hijitos míos, ya no estaré con ustedes mucho tiempo. Ustedes me buscarán, pero lo mismo que les dije a los judíos les digo ahora a ustedes: No podrán ir a donde yo voy. 34 Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. 35 Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos.

Jesús anuncia que Pedro lo negará(B)

36 Simón Pedro le preguntó a Jesús:

—Señor, ¿a dónde vas?

—A donde yo voy —le contestó Jesús—, no puedes seguirme ahora; pero me seguirás después.

37 Pedro le dijo:

—Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? ¡Estoy dispuesto a dar mi vida por ti!

38 Jesús le respondió:

—¿De veras estás dispuesto a dar tu vida por mí? Pues te aseguro que antes que cante el gallo, me negarás tres veces.

Jesús lava los pies de sus discípulos

13 Faltaba muy poco para que empezara la fiesta de la Pascua, y Jesús sabía que se acercaba el momento en que dejaría este mundo para ir a reunirse con Dios, su Padre. Él siempre había amado a sus seguidores que estaban en el mundo, y los amó de la misma manera hasta el fin.

Aun antes de empezar la cena, el diablo ya había hecho que Judas hijo de Simón, el Iscariote, se decidiera a traicionar a Jesús.

Dios había enviado a Jesús, y Jesús lo sabía; y también sabía que regresaría para estar con Dios, pues Dios era su Padre y le había dado todo el poder. Por eso, mientras estaban cenando, Jesús se levantó de la mesa, se quitó su manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana, y comenzó a enjuagar los pies de sus discípulos y a secárselos con la toalla.

Cuando le tocó el turno a Pedro, éste le dijo a Jesús:

—Señor, no creo que tú debas lavarme los pies.

Jesús le respondió:

—Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás.

Pedro le dijo:

—¡Nunca dejaré que me laves los pies!

Jesús le contestó:

—Si no te lavo los pies, ya no podrás ser mi seguidor.

Simón Pedro dijo:

—¡Señor, entonces no me laves solamente los pies, sino lávame también las manos y la cabeza!

10 Jesús le dijo:

—El que está recién bañado está totalmente limpio, y no necesita lavarse más que los pies. Y ustedes están limpios, aunque no todos.

11 Jesús ya sabía quién iba a traicionarlo; por eso dijo que no todos estaban limpios.

12 Después de lavarles los pies, Jesús se puso otra vez el manto y volvió a sentarse a la mesa. Les preguntó:

«¿Entienden ustedes lo que acabo de hacer? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque soy Maestro y Señor. 14 Pues si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. 15 Yo les he dado el ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo. 16 Ustedes saben que ningún esclavo es más importante que su amo, y que ningún mensajero es más importante que quien lo envía. 17 Si entienden estas cosas, háganlas, y así Dios los bendecirá.

18 »No estoy hablando de todos ustedes. Yo sé a quiénes elegí. Pero tiene que cumplirse esto que la Biblia anunció:

“Aquel con quien compartía mi pan,
se ha puesto en contra mía.”

19 »Les digo esto desde ahora para que, cuando suceda, ustedes crean que Yo Soy.[a] 20 Si alguien recibe al que yo envío, me recibe a mí. Y el que me recibe a mí, recibe también al que me envió.»

Jesús anuncia que será traicionado

21 Después de que dijo esto, Jesús se sintió muy preocupado, y añadió: «Yo sé que uno de ustedes me va a traicionar.»

22 Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, sin saber de quién estaba hablando.

23 Mientras cenaban, el discípulo favorito de Jesús estaba sentado junto a él. 24 Simón Pedro le hizo señas para que le preguntara a Jesús de quién estaba hablando. 25 Ese discípulo se acercó más a Jesús, y le preguntó:

—Señor, ¿quién te va a traicionar?

26 Jesús le respondió:

—Es el que va a recibir el pedazo de pan que voy a mojar en la salsa.

Jesús mojó el pan y se lo entregó a Judas hijo de Simón, el Iscariote. 27 En ese mismo instante, Satanás se metió en el corazón de Judas.

Jesús le dijo: «Judas, apúrate a hacer lo que has planeado.»

28 Pero ninguno de los que estaban allí entendió lo que Jesús había dicho. 29 Como Judas era el encargado de guardar el dinero del grupo, algunos pensaron que Jesús le había pedido que comprara lo necesario para la fiesta de la Pascua, o que repartiera dinero a los pobres.

30 Después de recibir el pan, Judas salió inmediatamente. Para entonces, ya estaba oscuro.

El nuevo mandamiento

31 Después de que Judas salió, Jesús les dijo a los otros discípulos:

—Ahora la gente podrá ver lo grande y poderoso que soy yo, el Hijo del hombre. Gracias a mí también podrán ver lo poderoso y grande que es Dios. 32 Si yo hago que la gente vea lo grande y poderoso que es Dios, entonces Dios hará que la gente también vea lo poderoso y grande que soy yo. Y Dios hará esto pronto.

33 »Mis amados amigos, dentro de poco ya no estaré más con ustedes. Me buscarán, pero no me encontrarán. Les digo a ustedes lo mismo que les dije a los jefes judíos: No pueden ir a donde yo voy.

34 »Les doy un mandamiento nuevo: Ámense unos a otros.

»Ustedes deben amarse de la misma manera que yo los amo. 35 Si se aman de verdad, entonces todos sabrán que ustedes son mis seguidores.

Pedro niega conocer a Jesús

36 Simón Pedro le preguntó a Jesús:

—Señor, ¿a dónde vas a ir?

Jesús le respondió:

—Ahora no puedes venir conmigo. Pero después sí vendrás.

37 Pero Pedro insistió:

—¿Por qué no puedo acompañarte ahora, Señor? ¡Estoy dispuesto a morir por ti!

38 Jesús le contestó:

—¿En verdad estás dispuesto a morir por mí? Te aseguro que, antes de que el gallo cante, tres veces dirás que no me conoces.

Footnotes

  1. Juan 13:19 Yo Soy: Para los judíos, el más santo de los nombres de Dios puede traducirse Yo Soy (véanse Éxodo 3.14; 6.2-3). En Juan, Jesús usa la frase Yo Soy, para mostrar que él es Dios.