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Obediencia y victoria

El Señor le dijo a Josué: «No temas ni desmayes, toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. La he entregado en tus manos para que la conquistes. He entregado en tus manos al rey de Hai y a todo su pueblo, su ciudad y su tierra. Harás con ellos lo mismo que hiciste con Jericó y su rey. Pero esta vez podrán quedarse con el botín y el ganado. Prepara una emboscada detrás de la ciudad».

3-4 Antes que todos los hombres de guerra emprendieran la marcha hacia Hai, Josué envió treinta mil soldados de entre los más valientes para que emboscaran por detrás a Hai y estuvieran listos para entrar en acción.

«Este es el plan —les explicó—. Cuando ataquemos, los hombres de Hai saldrán a pelear de la manera que lo hicieron antes, entonces, nosotros huiremos. Dejaremos que nos persigan hasta que todos hayan salido de la ciudad. Dirán: “Los israelitas están huyendo nuevamente”. Entonces ustedes saldrán de su escondite y entrarán en la ciudad, porque el Señor nos la entregó. Prendan fuego a la ciudad como el Señor lo ha ordenado. Bien, ya saben lo que tienen que hacer».

Se pusieron en marcha aquella noche y tendieron una emboscada entre Betel y el lado occidental de Hai. Pero Josué y el resto de los hombres se quedaron en el campamento de Jericó.

10 A la mañana siguiente, temprano, Josué hizo que sus hombres se levantaran y emprendieron la marcha hacia Hai acompañados por los ancianos de Israel, 11-13 y se detuvieron a la orilla de un valle al norte de la ciudad. Aquella noche Josué envió otros cinco mil hombres a que se unieran a los soldados que estaban emboscados en el lado occidental de la ciudad, y él pasó la noche en el valle.

14 El rey de Hai, al ver a los israelitas al otro lado del valle, salió en la madrugada y los atacó en la llanura del Arabá; pero no sabía que había una emboscada detrás de la ciudad. 15 Josué y todo Israel huyeron a través del desierto como si estuvieran completamente derrotados, 16 y todos los soldados de la ciudad salieron en su persecución. La ciudad quedó indefensa. 17 No quedó un solo soldado en Hai, y las puertas de la ciudad quedaron abiertas de par en par. 18 Entonces el Señor le dijo a Josué: «Levanta tu lanza hacia Hai porque te entregaré la ciudad».

19 Cuando los hombres que estaban ocultos vieron la señal, salieron de su escondite y entraron en la ciudad y la tomaron y sin perder tiempo le prendieron fuego. 20-21 Los hombres de Hai miraron hacia atrás y vieron que el humo de la ciudad llenaba el cielo, y no supieron qué hacer. Pero cuando Josué y sus soldados vieron el humo, se dieron cuenta que los hombres que habían estado listos para emboscar a Hai habían entrado en la ciudad, de modo que dieron media vuelta y comenzaron a atacar a sus perseguidores. 22 Los israelitas que estaban dentro de la ciudad salieron y comenzaron a atacar a sus enemigos por la retaguardia. Los hombres de Hai cayeron en la trampa y todos murieron. Ninguno sobrevivió ni escapó, 23 salvo el rey de Hai que fue capturado y llevado a la presencia de Josué.

24 Cuando Israel terminó la matanza de todos los que estaban fuera de la ciudad, regresaron y acabaron con todos los que quedaban en ella. 25 De esta manera todos los habitantes de Hai, doce mil en total, fueron exterminados en ese día. 26 Josué había mantenido su lanza señalando hacia Hai hasta que la última persona murió. 27 Solamente el ganado y el botín no fueron destruidos, porque los israelitas conservaron estas cosas para sí mismos. El Señor le había dicho a Josué que podían hacerlo. 28 Así Hai se convirtió en un desolado montón de ruinas, y así permanece hasta el día de hoy.

29 Josué colgó al rey de Hai de un árbol hasta la tarde, pero cuando el sol estaba declinando bajó el cuerpo, lo arrojó frente al portón de la ciudad, y lo cubrió con un montón de piedras que todavía está allí.

Lectura de la ley en el monte Ebal

30 Luego Josué construyó un altar al Señor Dios de Israel en el monte Ebal 31 de la manera que Moisés le había ordenado en el libro de la ley. «Hazme un altar de piedras que no hayan sido labradas ni talladas con hierro», había dicho el Señor. Entonces allí los israelitas ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz al Señor.

32 Y mientras el pueblo de Israel observaba, Josué grabó sobre las piedras del altar cada uno de los Diez Mandamientos. 33 Todo el pueblo de Israel, incluidos los ancianos, los oficiales, los jueces, y los extranjeros que vivían entre el pueblo se dividieron en dos grupos, la mitad de ellos al pie del monte Guerizín y la otra mitad al pie del monte Ebal. Entre ellos estaban de pie los sacerdotes con el cofre, listos para pronunciar la bendición. (Todo esto fue hecho de acuerdo con las instrucciones que Moisés había dejado). 34 Josué entonces les leyó todas las bendiciones y maldiciones que Moisés había escrito en el libro de la ley de Dios. 35 Cada mandamiento que Moisés les había dado fue leído delante de toda la asamblea, incluyendo a las mujeres, a los niños y a los extranjeros que vivían en medio de Israel.

Toma y destrucción de Hai

Jehová dijo a Josué: No temas ni desmayes; toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, a su ciudad y a su tierra. Y harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey; solo que sus despojos y sus bestias tomaréis para vosotros. Pondrás, pues, emboscadas a la ciudad detrás de ella.

Entonces se levantaron Josué y toda la gente de guerra, para subir contra Hai; y escogió Josué treinta mil hombres fuertes, los cuales envió de noche. Y les mandó, diciendo: Atended, pondréis emboscada a la ciudad detrás de ella; no os alejaréis mucho de la ciudad, y estaréis todos dispuestos. Y yo y todo el pueblo que está conmigo nos acercaremos a la ciudad; y cuando salgan ellos contra nosotros, como hicieron antes, huiremos delante de ellos. Y ellos saldrán tras nosotros, hasta que los alejemos de la ciudad; porque dirán: Huyen de nosotros como la primera vez. Huiremos, pues, delante de ellos. Entonces vosotros os levantaréis de la emboscada y tomaréis la ciudad; pues Jehová vuestro Dios la entregará en vuestras manos. Y cuando la hayáis tomado, le prenderéis fuego. Haréis conforme a la palabra de Jehová; mirad que os lo he mandado. Entonces Josué los envió; y ellos se fueron a la emboscada, y se pusieron entre Bet-el y Hai, al occidente de Hai; y Josué se quedó aquella noche en medio del pueblo.

10 Levantándose Josué muy de mañana, pasó revista al pueblo, y subió él, con los ancianos de Israel, delante del pueblo contra Hai. 11 Y toda la gente de guerra que con él estaba, subió y se acercó, y llegaron delante de la ciudad, y acamparon al norte de Hai; y el valle estaba entre él y Hai. 12 Y tomó como cinco mil hombres, y los puso en emboscada entre Bet-el y Hai, al occidente de la ciudad. 13 Así dispusieron al pueblo: todo el campamento al norte de la ciudad, y su emboscada al occidente de la ciudad, y Josué avanzó aquella noche hasta la mitad del valle. 14 Y aconteció que viéndolo el rey de Hai, él y su pueblo se apresuraron y madrugaron; y al tiempo señalado, los hombres de la ciudad salieron al encuentro de Israel para combatir, frente al Arabá, no sabiendo que estaba puesta emboscada a espaldas de la ciudad. 15 Entonces Josué y todo Israel se fingieron vencidos y huyeron delante de ellos por el camino del desierto. 16 Y todo el pueblo que estaba en Hai se juntó para seguirles; y siguieron a Josué, siendo así alejados de la ciudad. 17 Y no quedó hombre en Hai ni en Bet-el, que no saliera tras de Israel; y por seguir a Israel dejaron la ciudad abierta.

18 Entonces Jehová dijo a Josué: Extiende la lanza que tienes en tu mano hacia Hai, porque yo la entregaré en tu mano. Y Josué extendió hacia la ciudad la lanza que en su mano tenía. 19 Y levantándose prontamente de su lugar los que estaban en la emboscada, corrieron luego que él alzó su mano, y vinieron a la ciudad, y la tomaron, y se apresuraron a prenderle fuego. 20 Y los hombres de Hai volvieron el rostro, y al mirar, he aquí que el humo de la ciudad subía al cielo, y no pudieron huir ni a una parte ni a otra, porque el pueblo que iba huyendo hacia el desierto se volvió contra los que les seguían. 21 Josué y todo Israel, viendo que los de la emboscada habían tomado la ciudad, y que el humo de la ciudad subía, se volvieron y atacaron a los de Hai. 22 Y los otros salieron de la ciudad a su encuentro, y así fueron encerrados en medio de Israel, los unos por un lado, y los otros por el otro. Y los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que escapase. 23 Pero tomaron vivo al rey de Hai, y lo trajeron a Josué.

24 Y cuando los israelitas acabaron de matar a todos los moradores de Hai en el campo y en el desierto a donde los habían perseguido, y todos habían caído a filo de espada hasta ser consumidos, todos los israelitas volvieron a Hai, y también la hirieron a filo de espada. 25 Y el número de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue de doce mil, todos los de Hai. 26 Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los moradores de Hai. 27 Pero los israelitas tomaron para sí las bestias y los despojos de la ciudad, conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a Josué. 28 Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros, asolada para siempre hasta hoy. 29 Y al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche; y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.

Lectura de la ley en el monte Ebal

30 Entonces Josué edificó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte Ebal, 31 como Moisés siervo de Jehová lo había mandado a los hijos de Israel, como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras enteras sobre las cuales nadie alzó hierro;(A) y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, y sacrificaron ofrendas de paz. 32 También escribió allí sobre las piedras una copia de la ley de Moisés, la cual escribió delante de los hijos de Israel.(B) 33 Y todo Israel, con sus ancianos, oficiales y jueces, estaba de pie a uno y otro lado del arca, en presencia de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, así los extranjeros como los naturales. La mitad de ellos estaba hacia el monte Gerizim, y la otra mitad hacia el monte Ebal, de la manera que Moisés, siervo de Jehová, lo había mandado antes, para que bendijesen primeramente al pueblo de Israel. 34 Después de esto, leyó todas las palabras de la ley, las bendiciones y las maldiciones, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley. 35 No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel, y de las mujeres, de los niños, y de los extranjeros que moraban entre ellos.(C)