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Este es el mensaje que el Señor le dio a Joel, hijo de Petuel.

La invasión de langostas

¡Escuchen, sabios consejeros de Israel! ¡Escuchen, todos sus habitantes! En toda su vida, sí, en toda su historia, ¿ha sucedido algo semejante a lo que les voy a contar? Esto que va a suceder ustedes se lo contarán a sus hijos y ellos, a su vez, se lo contarán a sus propios hijos, de modo que la historia se irá contando de una generación a otra.

¡Todos los cultivos fueron devorados por las plagas! Primero vinieron las orugas y se comieron una parte. Luego vinieron las langostas y acabaron con otra parte. Después de estas vinieron sucesivamente pulgones y saltamontes y se comieron lo poco que quedaba.

¡Despierten y lloren ustedes, borrachos, pues no hay uvas para preparar el vino! ¡Les quitarán hasta el mosto que tengan en la boca! ¡Un inmenso ejército los invade! Es un ejército terrible, demasiado numeroso como para poder ser contado, ¡es tan terrible y destructor que parece tener dientes y garras como los de los leones! Han arruinado mis viñedos y desgajado las higueras. ¡Las han derribado y pelado por completo! Llora, como llora desconsolada una joven novia porque han matado a su prometido.

Ya no hay cereales ni vino para llevar como ofrenda al templo del Señor. Por eso están de luto los sacerdotes que sirven al Señor, quienes ministran en su templo. 10 Los campos están secos, la tierra está vacía. Se perdió la cosecha del trigo, ya no hay vino y se acabó el aceite.

11 ¡Lloren, labradores! ¡Sollocen, viñadores! ¡Pues se perdieron las cosechas del trigo y la cebada! 12 Las vides están muertas; las higueras se están muriendo; los granados están secos, lo mismo que las palmeras y los manzanos. ¡Todos los árboles del campo se murieron! Por eso la alegría se ha ido de la gente.

Llamado al arrepentimiento

13 ¡Sacerdotes, vístanse de luto, lloren ustedes que ministran en el altar! Vengan, ministros de Dios, y pasen la noche sobre ceniza y con ropas ásperas en señal de profunda tristeza, porque en el templo de su Dios no hay ofrendas de cereales ni de vino. 14 Anuncien un ayuno general; llamen a todo el pueblo a una reunión. Reúnan a los jefes y a todo el pueblo dentro del templo del Señor su Dios, para que le pidan ayuda al Señor.

15 ¡Ay, que ya viene el terrible día del Señor! ¡La anunciada destrucción de parte del Todopoderoso ya se aproxima! 16 Nuestro sustento desaparecerá delante de nuestros ojos; todo gozo y alegría habrá terminado en el templo de nuestro Dios.

17 La semilla se pudre en el suelo; los pajares y graneros están vacíos porque la cosecha se perdió. 18 ¡El ganado muge por el hambre! ¡Los bueyes corren como locos, porque no tienen pasto! ¡También las ovejas están sufriendo!

19 ¡Señor, ayúdanos, pues el fuego ha devorado los pastos, las llamas han quemado todos los árboles! 20 Aun los animales salvajes claman a ti por ayuda, porque se secaron los riachuelos y los pastizales se marchitaron.