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[a]¡Si tan solo mi cabeza fuera una laguna
    y mis ojos una fuente de lágrimas,
lloraría día y noche
    por mi pueblo que ha sido masacrado!
[b]Desearía poder marcharme y olvidarme de mi pueblo
    y vivir en una choza para viajeros en el desierto.
Pues todos ellos son adúlteros,
    una banda de mentirosos traicioneros.

Juicio por la desobediencia

«Mi pueblo encorva sus lenguas como arcos
    para lanzar mentiras.
Se rehúsan a defender la verdad;
    solo van de mal en peor.
Ellos no me conocen»,
    dice el Señor.

«¡Cuidado con tu vecino!
    ¡Ni siquiera confíes en tu hermano!
Pues un hermano saca ventaja de su hermano,
    y un amigo calumnia a su amigo.
Todos se engañan y se estafan entre sí;
    ninguno dice la verdad.
Con la lengua, entrenada a fuerza de práctica, dicen mentiras;
    pecan hasta el cansancio.
Amontonan mentira sobre mentira
    y rechazan por completo reconocerme»,
    dice el Señor.

Por lo tanto, esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Mira, los derretiré en el crisol
    y los probaré como al metal.
¿Qué más puedo hacer con mi pueblo[c]?
    Pues sus lenguas lanzan mentiras como flechas envenenadas.
Dicen palabras amistosas a sus vecinos
    mientras en el corazón traman matarlos.
¿No habría de castigarlos por eso?—dice el Señor—.
    ¿No habría de tomar venganza contra semejante nación?».

10 Lloraré por las montañas
    y gemiré por los pastos del desierto;
pues están desolados y no tienen vida.
    Ya no se escucha el mugido del ganado;
    todas las aves y los animales salvajes han huido.

11 «Haré de Jerusalén un montón de ruinas—dice el Señor—,
    y será un lugar frecuentado por chacales.
Las ciudades de Judá serán abandonadas,
    y nadie vivirá en ellas».

12 ¿Quién tiene suficiente sabiduría para entender todo esto? ¿Quién ha sido instruido por el Señor y puede explicárselo a otros? ¿Por qué ha sido tan arruinada esta tierra que nadie se atreve a viajar por ella?

13 El Señor contesta: «Esto sucedió porque mi pueblo abandonó mis instrucciones; se negó a obedecer lo que dije. 14 En cambio, se pusieron tercos y siguieron sus propios deseos y rindieron culto a imágenes de Baal, como les enseñaron sus antepasados. 15 Así que ahora esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ¡mira!, los alimentaré con amargura y les daré veneno para beber. 16 Los esparciré por todo el mundo, a lugares que ni ellos ni sus antepasados han oído nombrar, y aun allí los perseguiré con espada hasta que los haya destruido por completo».

Llanto en Jerusalén

17 Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Piensa en todo esto y llama a las que se les paga por llorar;
    manda traer a las mujeres que lloran en los funerales.
18 ¡Rápido! ¡Comiencen a llorar!
    Que las lágrimas fluyan de sus ojos.
19 Escuchen a los habitantes de Jerusalén[d] llorando desesperados:
    “¡Estamos arruinados! ¡Estamos totalmente humillados!
Tenemos que abandonar nuestra tierra,
    porque derribaron nuestras casas”».

20 Escuchen, ustedes mujeres, las palabras del Señor;
    abran sus oídos a lo que él tiene que decir.
Enseñen a sus hijas a gemir;
    enséñense unas a otras a lamentarse.
21 Pues la muerte se ha deslizado a través de nuestras ventanas
    y ha entrado a nuestras mansiones.
Ha acabado con la flor de nuestra juventud:
    los niños ya no juegan en las calles,
    y los jóvenes ya no se reúnen en las plazas.

22 Esto dice el Señor:
«Se esparcirán cadáveres a través de los campos como montones de estiércol,
    como manojos de grano después de la cosecha.
    No quedará nadie para enterrarlos».

23 Esto dice el Señor:
«No dejen que el sabio se jacte de su sabiduría,
    o el poderoso, de su poder,
    o el rico, de sus riquezas.
24 Pero los que desean jactarse,
    que lo hagan solamente en esto:
en conocerme verdaderamente y entender que yo soy el Señor
    quien demuestra amor inagotable
    y trae justicia y rectitud a la tierra,
y que me deleito en estas cosas.
    ¡Yo, el Señor, he hablado!

25 »Se acerca la hora—dice el Señor—, cuando castigaré a todos los que están circuncidados en el cuerpo pero no en espíritu: 26 a los egipcios, a los edomitas, a los amonitas, a los moabitas, a la gente que vive en el desierto en lugares remotos,[e] y sí, aun a la gente de Judá. Igual que todas estas naciones paganas, el pueblo de Israel también tiene el corazón incircunciso».

Footnotes

  1. 9:1 El versículo 9:1 corresponde al 8:23 en el texto hebreo.
  2. 9:2 Los versículos del 9:2-26 corresponden al 9:1-25 en el texto hebreo.
  3. 9:7 En hebreo con la hija de mi pueblo? La versión griega dice con la malvada hija de mi pueblo?
  4. 9:19 En hebreo Sion.
  5. 9:26 O en el desierto y que se recortan las puntas de su pelo.

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