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Exhortación a la fidelidad

19 Hermanos, ahora podemos entrar con toda libertad en el santuario gracias a la sangre de Jesús, 20 siguiendo el nuevo camino de vida que él nos abrió a través del velo, es decir, a través de su propio cuerpo. 21 Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios. 22 Por eso, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con una fe completamente segura, limpios nuestros corazones de mala conciencia y lavados nuestros cuerpos con agua pura.

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Amistad con Dios

19 Hermanos, la sangre que Jesús derramó al morir nos permite ahora tener amistad con Dios, y entrar con toda libertad en el lugar más santo. 20 Pues cuando Jesús murió, abrió la cortina que nos impedía el paso. Pero ahora Jesús está vivo, y por medio de él podemos acercarnos a Dios de un modo nuevo y distinto. 21 Él es nuestro gran sacerdote, encargado del santuario que está en el cielo. 22 Por eso, mantengamos una amistad sincera con Dios, teniendo la plena seguridad de que podemos confiar en él. Porque Cristo nos dejó limpios de pecado, como si nos hubiera lavado con agua pura, y ya estamos libres de culpa.

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