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Abram y Lot se separan

13 Cuando Abram salió de Egipto, se fue al desierto del sur. Se llevó a su esposa, a su sobrino Lot y todo lo que tenía. Para entonces Abram ya era muy rico, pues tenía oro, plata y ganado.

Del desierto del sur se fue avanzando poco a poco en dirección a Betel. Allí había plantado antes su tienda de campaña, entre las ciudades de Betel y Ai. Allí también había construido un altar para adorar a Dios.

Lot también tenía ovejas y vacas, y tiendas de campaña. Era tanto lo que Lot y Abram tenían, que ya no podían vivir juntos en la misma región. Además, los cananeos y los ferezeos también vivían allí. Un día, hubo un pleito entre los pastores de Abram y los pastores de Lot, por lo que Abram le dijo a Lot:

«Tú y yo no debemos pelearnos, ni tampoco mis pastores y tus pastores, pues somos parientes. Hay tierra para todos, te ruego que te vayas a otra región. Si te vas a la izquierda, yo me iré a la derecha; si te vas a la derecha, yo me iré a la izquierda. ¡Pero debemos separarnos!»

10 Lot miró a su alrededor y vio que en el valle del río Jordán nunca faltaba agua. Y es que antes de que Dios destruyera las ciudades de Sodoma y Gomorra, todo ese valle hasta Sóar era tan hermoso como el jardín de Edén y tan fértil como la tierra de Egipto. 11 Entonces, Lot eligió todo ese valle y se fue hacia el este. Así Abram y Lot se separaron. 12 Abram se quedó a vivir en la tierra de Canaán, mientras que Lot se fue a vivir en las ciudades del valle del Jordán, cerca de Sodoma. 13 La gente de ese lugar era muy mala y cometía muchos pecados contra Dios.

14 Después de que Abram se separó de Lot, Dios le dijo:

«Abram, allí donde estás, levanta la vista y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y el oeste. 15 Voy a darte toda la tierra que alcances a ver. Para siempre será tuya y de tus descendientes. 16 También voy a hacer que tengas muchos descendientes. Y así como nadie puede contar el polvo de la tierra, tampoco nadie podrá contarlos a ellos. 17 Anda, recorre la tierra a lo largo y a lo ancho, porque yo te la estoy entregando».

18 Entonces Abram levantó su campamento y se fue a vivir a Hebrón, junto al bosque de Mamré. Allí construyó un altar para adorar a Dios.

Abram rescata a Lot

14 1-2 Por aquellos días hubo guerra entre dos grupos de reyes. En un bando estaban los reyes:

Amrafel de Babilonia,

Arioc de Elasar,

Quedorlaómer de Elam,

Tidal de Goím.

En el otro bando estaban los reyes:

Bera de Sodoma,

Birsá de Gomorra,

Sinab de Admá,

Seméber de Seboím,

el rey de Sóar.

3-4 Durante doce años, estos cinco reyes habían sido dominados por Quedorlaómer, pero un año después se rebelaron contra él. Entonces reunieron sus ejércitos en el valle del Mar Muerto. Al año siguiente, Quedorlaómer y los reyes que estaban de su parte salieron a pelear contra aquellos cinco reyes. En Astarot Carnaim derrotaron a los refaítas; en Ham derrotaron a los zuzitas; en Savé-quiriataim derrotaron a los emitas; en las montañas de Seír derrotaron a los horeos, y los persiguieron hasta El-parán, cerca del desierto. Después de eso regresaron a Cadés y conquistaron todo el territorio de los amalecitas. En Hasesón-tamar vencieron a los amorreos que vivían allí.

Por su parte, los reyes de Sodoma, Gomorra, Admá, Seboím y Bela fueron al valle del Mar Muerto, y allí presentaron batalla contra los reyes de Elam, Goím, Babilonia y Elasar. Lucharon cuatro reyes contra cinco. 10 Pero como ese valle estaba lleno de pozos de brea,[a] cuando los reyes de Sodoma y de Gomorra huyeron, fueron a caer dentro de esos pozos. El resto del ejército huyó hacia las montañas. 11 Entonces los cuatro reyes se robaron todas las riquezas y todos los alimentos que había en Sodoma y Gomorra, y se marcharon. 12 Y como Lot vivía en Sodoma, también a él se lo llevaron, junto con todo lo que tenía.

13 En aquel tiempo, Abram el hebreo vivía junto al bosque de un hombre llamado Mamré. Este hombre era amorreo, y tenía dos hermanos, Escol y Aner. Los tres eran amigos de Abram. Cuando uno de los que habían escapado de la batalla vino y le contó a Abram 14 que a su sobrino se lo habían llevado prisionero, Abram juntó a todos sus sirvientes capaces de luchar. Eran trescientos dieciocho hombres, y con ellos persiguió a los cuatro reyes hasta Dan. 15 Al caer la noche, Abram dividió a sus hombres y atacó por sorpresa a los cuatro reyes. Los derrotó y los persiguió hasta Hobá, ciudad que está al norte de Damasco. 16 Así liberó a Lot, a las mujeres y a su gente, y recuperó todas las riquezas y pertenencias de su sobrino.

17 Cuando Abram volvía de haber derrotado a Quedorlaómer y a sus reyes amigos, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el Valle del Rey. 18 Allí Melquisedec, que era rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, 19 y bendijo a Abram, diciéndole:

«Abram,
que te bendiga el Dios altísimo,
creador del cielo y de la tierra.
20 El Dios altísimo
merece todas las alabanzas,
pues te dio la victoria
sobre tus enemigos».

De inmediato, Abram le dio a Melquisedec la décima parte de todo lo que había recuperado. 21 Por su parte, el rey de Sodoma le dijo a Abram:

—Devuélveme a la gente, y quédate con las riquezas.

22 Sin embargo, Abram le contestó:

—Yo le he jurado al Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra, 23 que no voy a aceptar nada de lo que es tuyo. No tomaré ni un hilo, ni la correa de una sandalia, para que nunca digas que tú me hiciste rico. 24 Sólo aceptaré lo que mis hombres se han comido, y la parte que les toca a Aner, a Escol y a Mamré, los amigos que me acompañaron.

Dios hace un compromiso con Abram

15 Después de esto, Dios se le apareció a Abram en una visión, y le dijo:

—Abram, no tengas miedo. Yo soy quien te protege. Voy a darte muchas riquezas.

2-4 Abram le contestó:

—¡Dios y Rey mío! ¿Y para qué me vas a dar riquezas si no tengo hijos? Cuando me muera, ese extranjero que tengo por esclavo va a quedarse con todo lo que es mío.

Pero Dios le aseguró:

—Tu heredero será un hijo tuyo, y no tu esclavo Eliézer.

Luego lo llevó afuera y le dijo:

—Mira el cielo y sus muchas estrellas. ¿Verdad que no puedes contarlas? ¡Pues tampoco será posible contar a tus descendientes!

6-7 Abram confió en la promesa de Dios, y por eso Dios lo aceptó y le dijo:

—Yo soy tu Dios, y tú eres mío porque confías en mí. Yo te saqué de Ur de los caldeos, para entregarte esta tierra.

Abram le respondió:

—¡Dios y Rey mío! ¿Cómo puedo estar seguro de que me la darás?

Entonces Dios le dijo:

—Para cerrar el trato, trae una vaca, una cabra y un carnero, de tres años cada uno. Y trae también una paloma y una tortolita.

10 Abram le llevó a Dios todos estos animales y los partió por la mitad, pero a las aves las dejó enteras. 11 Los buitres se lanzaban sobre los cadáveres, pero Abram los espantaba.

12 Cuando el sol comenzaba a ocultarse, Abram sintió mucho sueño, y se vio rodeado de una gran oscuridad. Eso le dio mucho miedo, 13 pero Dios le dijo:

«Quiero que sepas que tus descendientes irán a vivir a un país extranjero. Allí los harán trabajar como esclavos, y los maltratarán durante cuatrocientos años. 14 Sin embargo, yo castigaré a ese país, y haré que tus descendientes salgan de allí con grandes riquezas. 15 Tú tendrás una vejez tranquila y morirás en paz, y serás sepultado junto con tus antepasados. 16 Pero al fin de esos cuatrocientos años, tus descendientes podrán volver a este país, pues los amorreos que ahora lo ocupan son tan malvados que en ese tiempo los expulsaré».

17 Cuando el sol se ocultó y se hizo de noche, apareció un horno humeante, y también una antorcha de fuego, que pasó entre las mitades de los animales.[b] 18 Ese día, Dios hizo un compromiso con Abram, y le dijo:

«Yo les daré a tus descendientes la tierra que va desde el río de Egipto hasta el río Éufrates. 19 Es la tierra donde ahora viven los quenitas, los quenizitas, los cadmoneos, 20 los hititas, los ferezeos, los refaítas, 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos».

El hijo de Abram y Agar

16 1-3 Abram tenía ya diez años de vivir en Canaán, y su esposa Sarai aún no había podido tener hijos. Pero como ella tenía una esclava egipcia que se llamaba Agar, le propuso a su esposo: «Abram, como Dios no me deja tener hijos, acuéstate con mi esclava y ten relaciones sexuales con ella. Según nuestras costumbres, cuando ella tenga un hijo ese niño será mío, porque ella es mi esclava».

Abram estuvo de acuerdo. Entonces Sarai tomó a su esclava y se la entregó a su esposo. Abram se acostó con Agar, y ella quedó embarazada.

Cuando Agar se dio cuenta de que iba a tener un hijo, comenzó a despreciar a Sarai. Entonces Sarai le reclamó a Abram:

—Tú tienes la culpa de que Agar me trate con desprecio. Recuerda que fui yo quien te la entregó. Ahora resulta que como está embarazada, se siente superior a mí. Por eso Dios habrá de castigarte.

Abram le respondió:

—Haz con ella lo que quieras, pues Agar es tu esclava.

Fue así como Sarai comenzó a maltratarla, y Agar se vio obligada a huir.

Cuando Agar llegó al manantial que está en el desierto de Sur, junto al camino que lleva a Egipto, Dios salió a su encuentro y le dijo:

—Agar, esclava de Sarai, ¿qué haces aquí? ¿A dónde vas?

Y ella le contestó:

—Estoy huyendo de mi dueña.

9-11 Entonces Dios le dijo:

—Es mejor que regreses con ella, y que la obedezcas. De mi parte, yo haré que tengas tantos descendientes, que nadie podrá contarlos.

»Ahora estás embarazada,
y vas a tener un hijo.
Ponle por nombre Ismael,[c]
porque he escuchado tu llanto.
12 Ismael será entre los hombres
igual que un caballo salvaje.
Tendrá que luchar contra todos,
pues todos lucharán contra él,
pero logrará establecerse
en su propio territorio,
aun en contra de sus hermanos.

13 Después de que Dios le habló, Agar le puso por nombre: «Tú eres el Dios que todo lo ve». Y es que dijo: «He visto al Dios que me ha visto». 14 Desde entonces ese manantial se llama «Pozo del Dios que vive y todo lo ve». Ese pozo todavía está allí, entre las ciudades de Cadés y Béred.

15-16 Cuando Abram tenía ochenta y seis años, nació el hijo que tuvo con Agar, y Abram le puso por nombre Ismael.

El pacto de Dios con Abram

17 Cuando Abram tenía noventa y nueve años, Dios se le apareció y le dijo:

«Yo soy el Dios todopoderoso. Obedéceme siempre y pórtate con honradez. Voy a hacer un pacto contigo: voy a hacer que tengas muchos, muchos descendientes».

3-9 Al oír esto, Abram se inclinó en señal de respeto. Entonces Dios le dijo:

«En este pacto que hago contigo, te prometo lo siguiente: De ti nacerán muchas naciones. Por eso ya no vas a llamarte Abram, sino Abraham,[d] porque serás el padre de muchas naciones, y muchos de tus descendientes serán reyes. Este pacto que hago contigo, lo hago también con tus descendientes, y no tendrá fin. Yo soy tu Dios, y también seré el Dios de tus descendientes. La tierra de Canaán, donde ahora vives como extranjero, te la daré a ti para siempre, y también a tus descendientes.

»Por tu parte, tú y tus descendientes tendrán que cumplir con 10 el siguiente compromiso: todos los varones deberán ser circuncidados. 11 La circuncisión será la señal de que ustedes y yo hemos hecho un pacto. 12-13 De ahora en adelante, todos los niños que nazcan entre ustedes tendrán que ser circuncidados a los ocho días de nacidos. Este compromiso vale para los que nazcan en la casa de ustedes, para los esclavos que ustedes compren por dinero, y para los extranjeros, aunque no sean descendientes directos de ustedes. La señal del pacto que hago con ustedes la llevarán en su cuerpo, porque es un pacto que durará para siempre. 14 El varón que no sea circuncidado estará faltando a ese compromiso, y no podrá vivir entre ustedes».

15 Además, Dios le dijo a Abraham:

«De ahora en adelante tu esposa ya no se llamará Sarai; su nombre será Sara.[e] 16 La voy a bendecir para que te dé un hijo, y de sus descendientes se formarán muchas naciones, y algunos de ellos serán reyes.»

17 Abraham se inclinó ante Dios y entre dientes dijo: «¿Cómo voy a tener un hijo, si ya tengo cien años? ¿Y cómo va a tener un hijo Sara, si ya tiene noventa?» Así que se echó a reír, 18 y le dijo a Dios:

—¡Dale a Ismael esa bendición de la que hablas!

19 Pero Dios le respondió:

—Aunque no lo creas, Sara misma va a darte un hijo, y tú le pondrás por nombre Isaac.[f] Mi pacto con él y con sus descendientes durará para siempre. 20 También ya oí lo que me pediste acerca de Ismael, y lo voy a bendecir con muchos, muchos descendientes. De ellos saldrán doce príncipes y una gran nación. 21 Sin embargo, mi pacto lo mantendré sólo con Isaac, es decir, con el hijo que Sara te dará dentro de un año.

22 Tan pronto como terminó de hablar con Abraham, Dios se fue de allí. 23-27 Y ese mismo día Abraham tomó a su hijo Ismael y lo circuncidó, junto con todos los varones que habían nacido en su casa o que había comprado con su dinero. También él se circuncidó, cumpliendo así lo que Dios le había pedido. El día en que fueron circuncidados, Abraham tenía noventa y nueve años, y su hijo Ismael tenía trece.

Dios visita a Abraham

18 Ésta es la historia del día en que Dios se le apareció a Abraham cerca del bosque de Mamré. Ese día hacía tanto calor que Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda de campaña. De pronto, levantó la vista y vio a tres hombres cerca de donde él estaba. Enseguida corrió a su encuentro, y se inclinó ante ellos en señal de respeto, y les dijo:

—Señores, estoy para servirles. Si creen que merezco su visita, no se vayan. Quédense aquí un rato. Voy a ordenar que traigan un poco de agua, para que se laven los pies y puedan descansar bajo este árbol. Voy a traerles también un poco de pan, para que recobren las fuerzas y puedan seguir su camino. ¡Ésta es su casa, y estoy para servirles!

Los tres visitantes le contestaron:

—Está muy bien. Haz todo lo que dijiste.

Abraham entró corriendo a la tienda donde estaba Sara, y le dijo: «¡Date prisa! Toma unos veinte kilos de la mejor harina, y ponte a hacer pan».

Luego fue al corral, tomó el más gordo de sus terneros, y se lo dio a un sirviente para que lo preparara enseguida. Además del ternero, Abraham les ofreció a sus invitados mantequilla y leche. Mientras ellos comían, Abraham se quedó de pie bajo un árbol, atento para servirles.

Los visitantes le preguntaron:

—¿Y dónde está tu esposa?

Abraham les respondió:

—Está dentro de la tienda.

10 Uno de ellos le dijo:

—El año que viene volveré a visitarte, y para entonces tu esposa ya será madre de un hijo.

Sara estaba a la entrada de la tienda, detrás de Abraham, escuchando lo que decían. 11 Abraham y Sara ya eran muy ancianos, y Sara no estaba ya en edad de tener hijos, 12 así que ella se rió y dijo entre dientes: «Eso sería muy bonito, pero mi esposo y yo estamos muy viejos para tener un hijo».

13 Entonces Dios le dijo a Abraham:

—¿De qué se ríe Sara? ¿Acaso no cree que puede ser madre, a pesar de su edad? 14 ¿Hay algo que yo no pueda hacer? El año que viene, por estos días, volveré a visitarte, y para entonces Sara ya será madre.

15 Al oír esto, Sara sintió miedo. Por eso mintió y aseguró:

—No me estaba riendo.

Sin embargo, Dios le dijo:

—Yo sé bien que te reíste.

Abraham ruega por Sodoma

16 Los visitantes se levantaron para seguir su camino a la ciudad de Sodoma. Abraham los acompañó por un rato para despedirlos. 17 Pero Dios pensó:

«No puedo ocultarle a Abraham lo que voy a hacer, 18 porque sus descendientes formarán una nación grande y poderosa. Por medio de ellos todas las naciones de la tierra van a ser bendecidas. 19 Para eso lo elegí, para que les ordene a sus hijos y a toda su familia que me obedezcan, y que hagan lo que es bueno y justo. Si Abraham lo hace así, yo cumpliré con todo lo que le he prometido».

20 Entonces Dios le dijo a Abraham:

—Ya son muchas las quejas que hay en contra de Sodoma y Gomorra. Ya es mucho lo que han pecado. 21 Iré allá y veré con mis propios ojos si es verdad todo lo que me han dicho.

22 Los visitantes de Abraham se apartaron de allí y se fueron a Sodoma. Sin embargo, Abraham se quedó ante Dios, 23 y acercándose a él le dijo:

—No me digas que vas a matar a los buenos junto con los malos. 24 Supongamos que en la ciudad se encuentran cincuenta personas buenas. ¿No perdonarías, por esas cincuenta personas, a todos los que allí viven? 25 ¡Tú eres el juez de toda la tierra! ¡Tú no puedes matar a los que hacen lo bueno junto con los que hacen lo malo! ¡Tú eres un Dios justo!

26 Y Dios le contestó:

—Si encuentro en Sodoma cincuenta personas buenas, por ellas perdonaré a toda la ciudad.

27 Pero Abraham volvió a decir:

—Dios mío, perdona mi atrevimiento de hablar contigo, pues ante ti no soy nada. 28 Pero, ¿qué pasará si en toda la ciudad sólo hay cuarenta y cinco personas buenas? ¿Destruirás de todos modos la ciudad?

Dios respondió:

—Si encuentro esas cuarenta y cinco personas, no la destruiré.

29 Una vez más, Abraham dijo:

—¿Y qué tal si sólo encuentras cuarenta?

Dios le aseguró:

—Por esos cuarenta, no destruiré la ciudad.

30 Pero Abraham insistió:

—Dios mío, no te enojes conmigo si sigo hablando; pero, ¿qué pasará si no hay más que treinta personas buenas?

Y Dios le dijo:

—Si encuentro esas treinta personas, no destruiré la ciudad.

31 Abraham volvió a insistir:

—Dios mío, realmente soy muy atrevido, pero ¿si sólo se encuentran veinte?

Dios respondió:

—Hasta por esos veinte, no destruiré la ciudad.

32 De nuevo dijo Abraham:

—Yo te ruego, Dios mío, que no te enojes conmigo, pero sólo insistiré una vez más. ¿Y qué tal si sólo se encuentran diez?

Y Dios le aseguró:

—Por esos diez, no destruiré la ciudad.

33 Luego de hablar con Abraham, Dios se fue de allí. Abraham, por su parte, regresó a su tienda de campaña.

Dios destruye Sodoma y Gomorra

19 Al caer la tarde, dos de los ángeles llegaron a Sodoma. Lot estaba sentado a la entrada de la ciudad, y en cuanto los vio se levantó para saludarlos. Sin levantar la vista, se inclinó ante ellos en señal de respeto, y les dijo:

—Señores, estoy para servirles. Yo les ruego que vengan a mi casa. Allí podrán bañarse y pasar la noche; mañana podrán seguir su camino.

Sin embargo, ellos le dijeron:

—Se lo agradecemos, pero vamos a pasar la noche en la calle.

Lot siguió insistiendo hasta que los ángeles aceptaron quedarse en su casa. Una vez allí, Lot hizo pan y les dio de cenar, y los ángeles comieron.

Ya estaban por acostarse cuando llegaron todos los hombres de la ciudad, los jóvenes y los viejos, y rodearon la casa. Gritando con todas sus fuerzas decían: «Lot, ¿dónde están los hombres que esta noche llegaron a tu casa? ¡Sácalos! ¡Queremos tener relaciones sexuales con ellos!»

Lot salió para hablar con ellos, pero al salir cerró la puerta. Allí afuera les dijo:

—Amigos míos, ¡no hagan algo tan malo! Yo tengo dos hijas solteras que nunca han tenido relaciones sexuales. Las voy a sacar, y ustedes pueden hacer con ellas lo que quieran. Pero a mis invitados no les hagan nada, pues están bajo mi protección.

Ellos le respondieron:

—¡Quítate de ahí! ¿Tú quién eres para decirnos lo que debemos hacer? ¡Ni siquiera eres de los nuestros! ¡Pues ahora te va a ir peor que a ellos!

Y a empujones quitaron a Lot de en medio, con la intención de echar abajo la puerta. 10 Sin embargo, desde adentro los ángeles estiraron el brazo, metieron a Lot en la casa y cerraron la puerta. 11 Luego, a todos los que estaban afuera los dejaron ciegos para que no pudieran entrar. 12 Después de eso, los dos ángeles le dijeron a Lot:

—Si tienes en la ciudad otros hijos o hijas, yernos o familiares, sácalos de aquí 13 porque vamos a destruir este lugar. Son tantas las quejas que hay contra la gente de esta ciudad, que Dios nos ha enviado a destruirla.

14 Lot salió de la casa para hablar con los novios de sus hijas, y les dijo:

—¡Apúrense! ¡Salgan de la ciudad, porque Dios está a punto de destruirla!

Sus futuros yernos pensaron que Lot estaba bromeando, 15 pero al amanecer los ángeles insistieron:

—¡Lot, date prisa! ¡Llévate de aquí a tu esposa y a tus dos hijas! ¡De lo contrario, serás destruido junto con la ciudad!

16 Y como Lot no se apuraba, los ángeles lo agarraron de la mano, y también a su esposa y a sus hijas, y los sacaron de la ciudad. Los pusieron a salvo porque Dios les tuvo compasión. 17 Tan pronto como los sacaron, uno de los ángeles dijo:

—¡Si quieren salvarse, corran! ¡No miren hacia atrás, ni se detengan en el valle! ¡Huyan a las montañas, y pónganse a salvo! De lo contrario, ¡serán destruidos!

18 Pero Lot le contestó:

—¡No, señor, de ninguna manera! 19 Aunque soy muy humilde, usted ha sido muy bueno conmigo, pues tuvo compasión de mí y me salvó la vida. Pero yo no puedo huir a las montañas, porque este desastre me alcanzará y moriré. 20 Mire, aquí cerca hay una ciudad pequeña; si echo a correr podré llegar a ella y ponerme a salvo. ¿Verdad que es muy pequeña?

21 Y aquel ángel le contestó:

—Está bien. Voy a cumplir tus deseos. No destruiré la ciudad de la que hablas. 22 Pero vete enseguida, porque no podré hacer nada hasta que llegues allá.

Por eso la ciudad se llama Sóar, que quiere decir, «pequeña».

23 Lot llegó a Sóar cuando el sol comenzaba a salir. 24 En ese momento Dios hizo caer del cielo una lluvia de azufre encendido sobre Sodoma y Gomorra. 25 Así fue como Dios acabó con las ciudades del valle y sus habitantes, y también destruyó toda la vegetación. 26 Pero la esposa de Lot miró hacia atrás, y quedó convertida en estatua de sal.

27 Al día siguiente, Abraham se levantó muy temprano y regresó a donde había estado hablando con Dios. 28 Echó una mirada hacia Sodoma y Gomorra, y hacia todo el valle, y vio que del suelo se levantaba mucho humo, como si hubiera una gran hoguera. 29 Fue así como Dios destruyó las ciudades del valle. Pero se acordó de Abraham y salvó a Lot de la terrible destrucción que acabó con esas ciudades.

Lot y sus hijas

30 Sin embargo, Lot y sus dos hijas tuvieron miedo de quedarse a vivir en Sóar. Por eso se fueron de allí y se quedaron a vivir en una cueva. 31 Un día, la hija mayor le dijo a su hermana menor:

«Nuestro padre ya está muy anciano, y no hay por aquí ningún hombre con el que podamos casarnos para tener hijos. 32 ¡Vamos a emborrachar a nuestro padre! Así nos acostaremos luego con él, y tendremos hijos suyos».

33 Esa misma noche lo emborracharon, y la hija mayor tuvo relaciones sexuales con él. Pero Lot no se dio cuenta cuando ella se acostó, ni tampoco cuando se levantó.

34 Al día siguiente, la hija mayor le dijo a la menor:

«Anoche me acosté con nuestro padre. Vamos a emborracharlo de nuevo, para que tengas relaciones sexuales con él. Así las dos tendremos hijos suyos».

35 Esa noche, después de emborracharlo, la hija menor fue y se acostó con él. Pero Lot no se dio cuenta cuando ella se acostó, ni tampoco cuando se levantó. 36 Así fue como ellas quedaron embarazadas por parte de su padre. 37 Cuando la hija mayor tuvo su hijo, le puso por nombre Moab, y de él descienden los moabitas de hoy. 38 También la hija menor tuvo un hijo, y le puso por nombre Ben-amí; de él descienden los amonitas de hoy.

Footnotes

  1. Génesis 14:10 Brea. Véase nota en 6.14.
  2. Génesis 15:17 Pasó entre... los animales. En la antigüedad, cuando se hacía un pacto, se confirmaba mediante una ceremonia especial, en la que varios animales se partían por la mitad. Los que hacían el pacto pasaban en medio de las mitades y repetían en voz alta los términos del pacto. Los animales muertos servían de advertencia de lo que le pasaría a quien no cumpliera con su compromiso. Véase Jeremías 34.17-19.
  3. Génesis 16:9 Ismael: Este nombre significa Dios escucha .
  4. Génesis 17:3 Abraham. El cambio de nombre significa un cambio importante en la vida de una persona.
  5. Génesis 17:15 Sara. Véase nota 1 en 17.3-9.
  6. Génesis 17:19 Isaac: Este nombre significa él se ríe .