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Visión del templo futuro

40 El día diez del mes, que es el día de año nuevo, el Señor puso su mano sobre mí, y en una visión me trasladó a la tierra de Israel. Ya iban a cumplirse veinticinco años desde que habíamos sido llevados a Babilonia, y catorce años desde la toma de Jerusalén.

En tierra de Israel, el Señor me puso sobre un monte muy alto; y desde allí, vi hacia el sur, una serie de edificios que parecían una ciudad. El Señor me llevó allá, y vi un hombre que parecía de bronce. Estaba de pie a la puerta, y tenía en la mano una cinta de lino y una regla para medir. Y aquel hombre me dijo: «Mira bien y escucha con cuidado; pon mucha atención a todo lo que te voy a mostrar, pues Dios te ha traído aquí para que yo te lo muestre. Luego, comunica al pueblo de Israel todo lo que veas.»

La puerta oriental

Por fuera del templo había una muralla que lo rodeaba. La regla que el hombre tenía en la mano medía tres metros. Entonces midió el muro, y éste tenía tres metros de ancho y tres de alto. Luego se fue a la entrada que daba al oriente, subió los escalones y midió el umbral de la puerta, el cual tenía tres metros de ancho. Las celdas que había a cada lado de la entrada medían cada una tres metros de largo por tres de ancho, y entre celda y celda había una distancia de dos metros y medio. Luego estaba la puerta que daba al vestíbulo, el cual miraba hacia el templo. El umbral de esta puerta tenía tres metros de ancho. 8-9 El hombre midió el vestíbulo que daba entrada al templo, y el vestíbulo medía cuatro metros. Había dos pilastras de un metro de grueso. 10 (En cada lado de la entrada oriental había tres celdas, todas del mismo tamaño, y las pilastras que había a cada lado eran también del mismo tamaño.)

11 Luego el hombre midió la puerta de entrada: tenía cinco metros de ancho, y la entrada seis metros y medio. 12 Delante de cada celda había un pequeño muro que tenía medio metro de ancho por cada lado. Cada celda medía tres metros de ancho por tres de largo. 13 Luego midió el ancho total de la entrada, desde el fondo de una celda hasta el fondo de la celda de enfrente, pasando de una puerta a la puerta de enfrente, y medía doce metros y medio. 14 Luego midió el vestíbulo: diez metros. El edificio de entrada daba por todos lados al atrio. 15 El largo total, desde la parte exterior de la puerta hasta la parte interior del vestíbulo, era de veinticinco metros. 16 Las celdas, lo mismo que sus pilastras, tenían ventanas con rejas por dentro y alrededor del edificio de entrada. Igualmente, el vestíbulo tenía ventanas alrededor, por la parte de adentro. En las pilastras había grabados de palmeras.

El atrio exterior

17 El hombre me llevó después al atrio exterior. El atrio tenía un empedrado a su alrededor, y treinta cuartos daban a él. 18 Este empedrado, que era el más bajo, se extendía por los costados de los edificios de entrada, y su ancho era igual al largo de éstos. 19 El hombre midió la distancia que había desde el frente de la puerta de abajo hasta la parte de afuera de la puerta interior, y era de cincuenta metros.

La puerta norte

20 También había una entrada que daba al norte del atrio exterior. El hombre la midió a lo largo y a lo ancho. 21 Tenía también tres celdas a cada lado, y pilastras y vestíbulo de medidas iguales a las de la entrada oriental, es decir, de veinticinco metros de largo por doce y medio metros de ancho. 22 El vestíbulo, las ventanas y las palmeras eran del mismo tamaño que los de la entrada oriental. Aquí también se subía por una escalinata de siete escalones, y el vestíbulo quedaba por la parte de adentro. 23 Tanto al oriente como al norte, frente a la entrada exterior, había otra entrada que conducía al atrio interior. El hombre midió la distancia entre las dos entradas, y era de cincuenta metros.

La puerta sur

24 Luego el hombre me llevó al sur, donde había una entrada, y midió las pilastras y el vestíbulo, que medían lo mismo que las otras. 25 El edificio de entrada, con su vestíbulo, tenía ventanas alrededor, como los otros. Medía en total veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho. 26 Tenía también una escalinata de siete escalones, y el vestíbulo quedaba también en la parte interior. Las pilastras tenían también grabados de palmeras, una de cada lado. 27 El atrio interior tenía también una puerta que daba hacia el sur. El hombre midió la distancia entre las dos puertas del lado sur, y era de cincuenta metros.

El atrio interior: la puerta sur

28 Luego me llevó por la entrada sur hacia el atrio interior. Midió la puerta del sur, y tenía las mismas medidas de las puertas anteriores. 29-30 Sus celdas, vestíbulo y pilastras eran del mismo tamaño que los otros. El edificio de entrada, con su vestíbulo también, tenía ventanas alrededor, y medía en total veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho. 31 El vestíbulo daba hacia el atrio exterior. Las pilastras tenían grabados de palmeras. A esta puerta se subía por una escalinata de ocho escalones.

El atrio interior: la puerta oriental

32 En seguida me llevó al atrio interior, por el lado de oriente, y midió la entrada, la cual medía lo mismo que las otras. 33 Sus celdas, pilastras y vestíbulo, eran también de iguales medidas que los otros. El edificio de entrada, con su vestíbulo, tenía ventanas alrededor, y medía veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho. 34 El vestíbulo daba hacia el atrio exterior. Las pilastras tenían grabados de palmeras a cada lado. A esta puerta se subía por una escalinata de ocho escalones.

El atrio interior: la puerta norte

35 Luego aquel hombre me llevó a la entrada que daba al norte, y midió la entrada, la cual medía lo mismo que las otras 36 y tenía también celdas, pilastras, vestíbulo y ventanas alrededor. El edificio de entrada medía veinticinco metros de largo por doce y medio de ancho. 37 El vestíbulo daba hacia el atrio exterior. Las pilastras tenían grabados de palmeras a cada lado. A esta puerta se subía por una escalinata de ocho escalones.

Edificios junto a la puerta norte

38 Había también un cuarto que se comunicaba con el vestíbulo de la entrada. Allí era donde se lavaba a los animales para el holocausto. 39 En el vestíbulo de la entrada había cuatro mesas, dos a cada lado, sobre las que mataban a los animales para el holocausto y para los sacrificios por el pecado o por la culpa. 40 Fuera del vestíbulo de la entrada norte había también dos mesas a cada lado, 41 de manera que había cuatro mesas dentro y cuatro mesas fuera del edificio de entrada: ocho mesas en total. Sobre ellas se mataba a los animales. 42-43 Las cuatro mesas para los animales que se quemaban eran de piedra de cantera; medían setenta y cinco centímetros de largo por setenta y cinco centímetros de ancho, y cincuenta centímetros de alto, y sobre ellas se colocaba la carne de las ofrendas. Por la parte interior del cuarto, a todo su alrededor, había un borde de seis centímetros de ancho, sobre el que se colocaban la ofrenda de harina y los utensilios necesarios para matar los animales del holocausto.

44 En el atrio interior, fuera de las puertas interiores, había dos cuartos, uno junto a la puerta interior norte, mirando hacia el sur, y otro junto a la puerta interior sur, mirando hacia el norte.

45 El hombre me dijo: «El cuarto que mira hacia el sur es para los sacerdotes que prestan servicio en el templo, 46 y el cuarto que mira hacia el norte es para los sacerdotes que prestan servicio en el altar. Son descendientes de Sadoc, y son los únicos levitas que pueden acercarse al Señor para servirle.»

El atrio interior y el templo

47 El hombre midió después el atrio interior, que era un cuadrado de cincuenta metros por lado. El altar estaba delante del templo. 48 El hombre me llevó al vestíbulo del templo y midió las pilastras del vestíbulo: cada una tenía dos metros y medio de grueso. La puerta tenía siete metros de ancho, y los soportes de la puerta del vestíbulo medían un metro y medio de ancho cada uno. 49 El vestíbulo medía diez metros de ancho por seis de profundidad, y se subía a él por una escalinata de diez escalones. Junto a cada pilastra había una columna.

41 En seguida el hombre me llevó al interior mismo del templo, y midió las pilastras: ambas tenían tres metros de grueso. La puerta tenía cinco metros de ancho; sus soportes medían dos metros y medio de ancho cada uno. Luego midió la sala central, y tenía veinte metros de largo por diez de ancho. Después fue a la sala del fondo y midió las pilastras de la entrada, y cada una tenía un metro de grueso. La entrada tenía tres metros de ancho, y las pilastras de cada lado medían tres metros y medio de grueso. Luego midió la sala del fondo, y medía diez metros por lado. Entonces me dijo: «Éste es el Lugar santísimo.»

Las celdas construidas junto al muro

Luego el hombre midió la pared exterior del templo, y tenía tres metros de grueso. Alrededor del templo, y unidas al mismo, había celdas de dos metros de profundidad. Estas celdas estaban una sobre otra, formando tres pisos, y en cada piso había treinta celdas. El muro del templo era más estrecho en cada piso, y sobre estos entrantes se apoyaban las vigas de las celdas, de modo que no quedaban empotradas en el muro. Por fuera de las celdas que rodeaban el templo había una rampa que llegaba hasta la parte de arriba, y así se podía subir desde la planta baja al piso intermedio y al de arriba. Yo vi que por todos lados el templo estaba sobre una base elevada, sobre la cual también estaban construidas las celdas. Esta base tenía una altura de tres metros. 9-10 La pared exterior de las celdas tenía dos metros y medio de grueso, y alrededor de todo el templo, entre las celdas que rodeaban el templo y los cuartos de los sacerdotes, había un espacio libre de diez metros de ancho. 11 Las celdas se comunicaban con el espacio libre por medio de una puerta hacia el norte y otra hacia el sur. El espacio libre tenía a todo lo largo un muro de dos metros y medio de grueso.

El edificio del oeste

12 Por el oeste, mirando hacia el patio cerrado, había un edificio que medía treinta y cinco metros de ancho por cuarenta y cinco de largo, con un muro de dos metros y medio de grueso.

Medidas totales del templo

13 El hombre midió el templo, y tenía en total cincuenta metros de largo. El ancho del patio cerrado, más el edificio y sus muros, también era de cincuenta metros. 14 La fachada del templo, más la parte del patio cerrado que daba al oriente, medía cincuenta metros. 15 Luego midió el largo del edificio que quedaba detrás del templo, frente al patio cerrado, más los muros de cada lado, y era de cincuenta metros.

Detalles del templo

Las salas interiores del templo y el vestíbulo 16-17 estaban recubiertos de madera. Las ventanas enrejadas y los marcos que había alrededor estaban recubiertos de madera por los tres lados. El espacio comprendido entre el piso y las ventanas, y la parte superior de la puerta, también estaban recubiertos. Las paredes del templo, por dentro y por fuera, 18 estaban cubiertas de grabados alternados de seres alados y palmeras. Cada ser alado tenía dos caras; 19 de un lado, una cara de hombre miraba a una palmera, y del otro, una cara de león miraba a otra palmera. Así, alrededor de todo el templo 20 había grabados de seres alados y palmeras, desde el piso hasta la parte superior de las puertas. En la pared de la sala central, 21 el marco de la puerta tenía los postes cuadrados.

El altar de madera

Frente a la entrada del Lugar santísimo había algo que parecía 22 un altar de madera, que medía un metro por lado, y un metro y medio de alto. Tenía esquinas, y la base y sus lados eran de madera. El hombre me dijo: «Ésta es la mesa que está delante del Señor.»

Las puertas

23-24 Tanto la sala central como el Lugar santísimo tenían puertas dobles. Cada puerta tenía dos hojas que se abrían hacia la pared. 25 Las puertas de la sala central tenían grabados de seres alados y palmeras, iguales a los que había en los muros. En la fachada del vestíbulo, por la parte de afuera, había una verja de madera. 26 A cada lado del vestíbulo había ventanas enrejadas y grabados de palmeras. Las celdas unidas al templo también tenían verjas.

Los edificios junto al templo

42 El hombre me sacó después al atrio exterior, hacia el norte, y me hizo entrar en el conjunto de cuartos que quedaba al norte, frente al patio cerrado y al edificio detrás del templo. Este conjunto medía cincuenta metros de largo por el lado norte, y veinticinco metros de ancho. Por un lado daba al patio interior, que tenía diez metros de ancho, y por el otro lado daba al empedrado del atrio exterior. Tenía tres pisos, cada uno de ellos más entrado que el de abajo. Frente a los cuartos había un pasillo de cinco metros de ancho y cincuenta de largo, que conducía al interior. Las puertas de los cuartos daban al norte. Los cuartos del piso superior eran más cortos que los del piso intermedio y los de la planta baja, pues cada piso era más entrado que el de abajo. Estos cuartos estaban dispuestos en tres pisos, pero no tenían columnas como los cuartos del atrio, sino que los cuartos del piso superior quedaban más entrados que los del medio y los del inferior.

7-8 La serie de cuartos del atrio exterior tenía una extensión de veinticinco metros. Por todo el frente de los cuartos corría un muro de veinticinco metros de largo, que daba al atrio exterior. En total, el pasillo medía cincuenta metros. Al piso inferior de estas habitaciones se entraba por el atrio exterior, es decir, por el oriente, 10 por el lugar a donde llegaba el muro del atrio exterior.

Hacia el sur, frente al patio cerrado y al edificio del occidente del templo, había también cuartos 11 de igual forma e iguales medidas, y dispuestos de la misma manera, con entradas y salidas como las de los cuartos del lado norte, y con un pasillo frente a ellos. 12 Para llegar hasta los cuartos del lado sur había una puerta en donde comenzaba el pasillo que estaba frente al muro de protección, entrando por el oriente.

13 El hombre me dijo: «Tanto los cuartos del norte como los del sur, que están frente al patio cerrado, son cuartos sagrados. Los sacerdotes que se acercan al Señor comen allí las ofrendas más sagradas. Allí también colocan ellos ofrendas tan sagradas como son la ofrenda de cereales, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa, pues es un lugar sagrado. 14 Una vez que los sacerdotes han entrado en el templo, no deben ya salir al atrio exterior sin antes dejar allí la ropa con que estaban haciendo los servicios, porque esa ropa es sagrada. Para salir a donde está el pueblo, deben ponerse otra ropa.»

Medidas del área del templo

15 Cuando el hombre terminó de medir el terreno interior del templo, me llevó afuera por la puerta oriental y se puso a medir el terreno exterior del mismo. 16 Tomó la regla de medir y midió el lado este: doscientos cincuenta metros. 17 Luego midió el lado norte, y también medía doscientos cincuenta metros; 18 luego el lado sur: doscientos cincuenta metros; 19 y finalmente el lado oeste, otros doscientos cincuenta metros. 20 Por los cuatro lados tomó las medidas. El terreno del templo tenía a su alrededor un muro de doscientos cincuenta metros por lado, que separaba lo sagrado de lo profano.

La gloria del Señor vuelve al templo

43 El hombre me llevó a la puerta oriental, y vi que la gloria del Dios de Israel venía del oriente. Se oía un ruido muy fuerte, como el de un río caudaloso, y la tierra se llenó de luz. La visión era como la que yo tuve cuando el Señor vino a destruir Jerusalén, y como la que tuve junto al río Quebar. Me incliné hasta tocar el suelo con la frente, y la gloria del Señor entró hasta el templo por la puerta oriental.

Entonces el poder de Dios me levantó y me llevó al atrio interior, y vi que la gloria del Señor había llenado el templo. El hombre se puso junto a mí, y oí que el Señor me hablaba desde el templo y me decía: «Éste es el lugar de mi trono, el lugar donde pongo mis pies; aquí viviré en medio de los israelitas para siempre. Ni ellos ni sus reyes volverán a deshonrar con sus infidelidades mi santo nombre: no volverán a construir monumentos a sus reyes después de su muerte, o a construir sus palacios de manera que sus puertas queden junto a las puertas de mi templo, con sólo una pared de por medio. Ellos deshonraron mi santo nombre con acciones que yo detesto; por eso me enojé con ellos y los hice morir. Que alejen ahora de mí sus infidelidades y los monumentos a sus reyes, y yo viviré en medio de ellos para siempre. 10 Y tú, hombre, cuéntales a los israelitas lo que viste del templo, y de sus planos y medidas, para que se avergüencen de sus pecados. 11 Y si se avergüenzan de todo lo que han hecho, explícales la forma del templo y lo que hay en él, las salidas y entradas, en fin, todo el plano, lo mismo que las leyes que deben cumplir. Dibújales todo esto para que tengan una idea clara del diseño y lo lleven a cabo. Escríbeles también todas las leyes para que puedan cumplirlas. 12 Ésta es la ley del templo: todo el terreno que rodea al templo sobre el monte será un lugar sumamente sagrado.»

El altar

13 Éstas eran las medidas del altar, usando las medidas de antes. Alrededor del altar había una zanja de medio metro de hondo y medio de ancho, la cual tenía por fuera, alrededor, un borde que se levantaba veinticinco centímetros. La base del altar era así: 14 desde el fondo de la zanja hasta el borde del cuerpo inferior, había un metro de alto. El cuerpo inferior sobresalía medio metro. El cuerpo central medía dos metros de altura, y sobresalía también medio metro. 15 El cuerpo superior, que es donde se queman los sacrificios, medía dos metros de altura. Tenía cuatro cuernos, que salían hacia arriba. 16 El cuerpo superior del altar era cuadrado, de seis metros por lado. 17 El cuerpo central también era cuadrado, de siete metros por lado. La zanja que había alrededor tenía medio metro de ancho, y el borde levantado tenía veinticinco centímetros de ancho. Los escalones para subir al altar daban hacia el oriente.

18 Luego el Señor me dijo: «Cuando llegue el momento de construir el altar, deberán cumplirse estas normas: Quemarán sobre el altar un animal, en holocausto, y rociarán el altar con la sangre. 19 A los sacerdotes levitas descendientes de Sadoc, que son los que deben acercarse a mí para servirme, les darás un becerro para que lo ofrezcan como sacrificio por el pecado. Yo, el Señor, lo ordeno. 20 Luego tomarás un poco de su sangre y rociarás con ella los cuatro cuernos, las cuatro esquinas del cuerpo central y todo el borde levantado. Así lo purificarás por completo del pecado. 21 Luego tomarás el becerro ofrecido por el pecado, y lo quemarás fuera del templo, en el lugar destinado para ello. 22 Al día siguiente ofrecerás, en sacrificio por el pecado, un cabrito que no tenga ningún defecto, y los sacerdotes purificarán el altar de la misma manera que lo hicieron con el becerro. 23 Cuando termines estos ritos de purificación, tomarás un becerro y un carnero, ambos sin ningún defecto, 24 y me los ofrecerás. Que los sacerdotes los rocíen con sal y los quemen, como holocausto en mi honor. 25 Diariamente, durante siete días, deberás ofrecer un cabrito como sacrificio por el pecado, y también un becerro y un carnero, todos sin ningún defecto. 26 Diariamente, durante siete días, los sacerdotes deberán purificar por completo el altar, para dedicarlo al uso sagrado. 27 Así lo harán durante siete días, y del octavo en adelante empezarán a ofrecer los holocaustos y los sacrificios de reconciliación. Entonces yo los recibiré a ustedes con agrado. Yo, el Señor, doy mi palabra.»

Uso de la puerta oriental

44 El hombre me volvió a llevar a la entrada exterior del templo que daba al oriente, la cual estaba cerrada.

Allí el Señor me dijo: «Esta entrada quedará cerrada; no deberá abrirse. Nadie podrá entrar por ella, porque por ella ha entrado el Señor, el Dios de Israel. Así pues, quedará cerrada. Sólo podrá entrar el gobernante, para sentarse a comer la comida sagrada en presencia del Señor. Deberá entrar por el vestíbulo de la puerta y salir por el mismo sitio.»

Quiénes pueden entrar en el templo

El hombre me llevó después por la entrada del norte, frente al templo. Vi que la gloria del Señor había llenado el templo, y me incliné hasta tocar el suelo con la frente. Entonces el Señor me dijo: «Tú, hombre, abre bien los ojos y escucha atentamente todo lo que te voy a decir acerca de las leyes y normas del templo. Fíjate bien en quiénes son los que pueden entrar en el templo y salir de él.

»Dile a ese pueblo rebelde de Israel: “Esto dice el Señor: Basta ya de acciones detestables, pueblo de Israel. Ustedes profanan mi templo dejando entrar en él a extranjeros, a gente que no lleva la marca de mi alianza ni en su mente ni en su cuerpo; lo profanan ofreciéndome como alimento la grasa y la sangre de los sacrificios y violando mi alianza con todas esas acciones detestables. Y no han cumplido mis ritos sagrados, sino que los han puesto en manos de extranjeros.”

»Por eso yo, el Señor, digo: No entrará en mi templo ningún extranjero que no lleve en su mente y en su cuerpo la marca de mi alianza; ni siquiera un extranjero que viva entre los israelitas. 10 Los levitas, que se alejaron de mí cuando Israel se apartó de mis caminos y me abandonó para adorar a los ídolos, deberán pagar por su pecado. 11 Podrán servir en mi templo como guardianes de las puertas, y en otros servicios del templo; ellos serán quienes maten los animales que se queman en holocausto y los que el pueblo presenta como ofrenda; además, deberán estar listos para servir al pueblo. 12 Ellos estuvieron al servicio de los israelitas para dirigir el culto a los ídolos, y así los hicieron pecar. Por eso, pagarán por su pecado. Yo, el Señor, lo afirmo. 13 No podrán estar a mi servicio como sacerdotes ni acercarse a mis cosas sagradas, ni menos aún a las más sagradas. Tendrán que cargar con su deshonra por las cosas detestables que han cometido. 14 Los pondré a cargo del servicio ordinario del templo, para que hagan todo lo que se deba hacer en él.

Los sacerdotes

15 »Los sacerdotes levitas descendientes de Sadoc, que continuaron prestando servicio en mi templo cuando los israelitas se apartaron de mis caminos, sí podrán acercarse a mí para servirme. Ellos podrán presentarse ante mí para ofrecerme la grasa y la sangre de los sacrificios. Yo, el Señor, lo ordeno. 16 Podrán también entrar en mi templo y acercarse a mi altar para servirme, y se encargarán de mi servicio. 17 Cuando entren por la puerta del atrio interior, deberán llevar puesta ropa de lino. Cuando estén de servicio en el atrio interior o en el templo, no llevarán ropa de lana. 18 Llevarán un turbante de lino en la cabeza, y calzones también de lino, y no se pondrán en la cintura nada que los haga sudar. 19 Y antes de salir al atrio exterior, donde está el pueblo, deberán quitarse la ropa que usaron para los servicios en el templo y dejarla en los cuartos del templo, y ponerse otra ropa, para que la santidad de la ropa no se trasmita al pueblo.

20 »No se raparán la cabeza, ni tampoco se dejarán el pelo largo; tan sólo se lo recortarán. 21 Ningún sacerdote debe beber vino cuando entre en el atrio interior. 22 No debe casarse con una viuda o divorciada, sino sólo con una israelita virgen o con la viuda de un sacerdote.

23 »Los sacerdotes deben enseñar a mi pueblo a distinguir entre lo santo y lo profano, y entre lo puro y lo impuro. 24 En los pleitos, ellos actuarán como jueces, y juzgarán según mis leyes. Cumplirán todas mis leyes y enseñanzas acerca de todas mis fiestas, y respetarán como días sagrados mis sábados.

25 »Nunca deberán tocar un cadáver, para no contaminarse, a menos que se trate del propio padre, la madre, un hijo, una hija, un hermano o una hermana no casada. 26 Si lo hacen, deberán purificarse, y después esperar aún siete días. 27 Cuando vuelvan a entrar en el atrio interior del templo para cumplir su servicio, ofrecerán un sacrificio por el pecado. Yo, el Señor, lo ordeno.

28 »Yo seré la única posesión que reciban los sacerdotes como herencia. No se les dará ninguna propiedad en Israel. Yo soy su propiedad. 29 Podrán comer los cereales que los israelitas me ofrecen, y los animales de los sacrificios por el pecado y por la culpa. Igualmente, todo lo que los israelitas me consagren será para ellos. 30 Los sacerdotes recibirán también lo mejor de las primeras cosechas y de todas las ofrendas. Y cuando ustedes preparen la masa para el pan, lo mejor se lo darán a ellos. Así mi bendición descansará sobre las casas de ustedes. 31 Los sacerdotes no deberán comer ningún ave o animal que haya muerto por sí mismo, o que haya sido despedazado por una fiera.

La porción de territorio consagrada al Señor(A)

45 »Cuando hagan el sorteo del territorio para dar a cada tribu su parte, deberán reservar una porción de terreno de doce kilómetros y medio de largo por diez de ancho, la cual estará consagrada al Señor. Todo ese terreno será terreno sagrado. De allí se reservará para el templo un cuadrado de doscientos cincuenta metros por lado, rodeado por una franja de pastos de veinticinco metros de ancho. En la parte reservada al Señor se señalará un terreno de doce kilómetros y medio de largo por cinco de ancho, que será la parte más sagrada: ahí estará el templo. Esa parte del terreno estará destinada a los sacerdotes que sirven en el templo del Señor y que se acercan a él para servirle. Ahí tendrán lugar para sus casas. Será un lugar sagrado, reservado al templo. Además, habrá otro terreno de doce kilómetros y medio de largo por cinco de ancho, reservado como propiedad de los levitas que sirven en el templo, para que tengan ciudades donde vivir. Por último, para la ciudad deberá reservarse un terreno de doce kilómetros y medio de largo por dos y medio de ancho, junto a la porción sagrada. Este terreno pertenecerá a todo el pueblo de Israel.

Parte reservada al gobernante(B)

»También habrá un terreno reservado para el gobernante. Una parte estará al oriente y otra al occidente, es decir, a uno y otro lado de la parte sagrada y del terreno reservado para la ciudad. De oriente a occidente, tendrá el mismo largo que uno de los terrenos asignados a una de las tribus. Este terreno será propiedad del gobernante de Israel; así no volverán los gobernantes a oprimir a mi pueblo, sino que dejarán su territorio a los israelitas según sus tribus.

Normas para el gobernante

»Yo, el Señor, digo: ¡Basta ya, gobernantes de Israel! ¡No más violencia ni explotación! ¡Actúen con justicia y rectitud! ¡Dejen de robarle tierras a mi pueblo! Yo, el Señor, lo ordeno.

10 »Usen todos pesas y medidas exactas. 11 La medida para granos debe ser igual a la medida para líquidos. El homer de doscientos veinte litros servirá de patrón. Un bato de líquidos debe medir un décimo de homer, y un efa de granos igualmente un décimo de homer.

12 »Igualmente en cuanto a las medidas de peso: veinte geras hacen un siclo de once gramos; sesenta siclos hacen una mina.

13 »Éstas son las ofrendas que deben hacer: Dividirán sus cosechas de trigo y de cebada en sesenta partes iguales, y ofrendarán una de ellas. 14 Igualmente, el aceite que obtengan lo dividirán en cien partes iguales, y ofrendarán una de ellas. 15 En cuanto a las ovejas, tomarán una por cada doscientas, de los mejores pastos de Israel. Esto será para las ofrendas de cereales, para el holocausto y para el sacrificio de reconciliación, que se ofrecen para el perdón de los pecados. Yo, el Señor, lo ordeno.

16 »Todos en el país están obligados a entregar esta ofrenda al gobernante de Israel, 17 el cual se encargará de dar los animales para los holocaustos, y lo necesario para las ofrendas de cereales y de vino en las lunas nuevas, en los sábados y en todas las fiestas de Israel. Deberá también presentar los sacrificios por el pecado, las ofrendas de cereales, los holocaustos y los sacrificios de reconciliación, para que se le perdonen los pecados a Israel.

Fiesta de la Pascua

18 »Yo, el Señor, digo: El día primero del mes primero ofrecerán ustedes como sacrificio un becerro que no tenga ningún defecto, para purificar de pecado el templo. 19 El sacerdote tomará un poco de sangre del animal ofrecido como sacrificio por el pecado, y la untará en los postes de las puertas del templo, en las cuatro esquinas del altar y en los postes de las puertas del atrio interior. 20 Lo mismo se hará el día siete del mes en favor de cualquiera que haya cometido un pecado involuntariamente o sin darse cuenta. Así se purificará el templo. 21 El día catorce del mes primero comenzarán ustedes a celebrar la fiesta de la Pascua, y durante siete días comerán pan sin levadura. 22 Ese día el gobernante ofrecerá un becerro como sacrificio por sus propios pecados y por los de todo el pueblo, 23 y en cada uno de los siete días que dura la fiesta presentará siete becerros y siete carneros, todos sin defecto, en holocausto al Señor. Además, cada día ofrecerá un chivo como sacrificio por el pecado. 24 Por cada becerro y por cada carnero se añadirá una ofrenda de veinte litros de cereales y tres litros y medio de aceite.

Fiesta de las Enramadas

25 »También en la fiesta de las Enramadas, que se celebra el día quince del séptimo mes, el gobernante deberá ofrecer, durante siete días, iguales sacrificios por el pecado, quemar igual número de animales y hacer las mismas ofrendas de cereales y de aceite.

Deberes del gobernante y del pueblo en las fiestas

46 »Yo, el Señor, digo: La puerta oriental del atrio interior deberá estar cerrada durante los seis días de trabajo, y se abrirá el sábado y el día de luna nueva. El gobernante entrará en el vestíbulo desde el atrio exterior, y se colocará junto a uno de los postes de la puerta. Entre tanto, los sacerdotes quemarán los animales del sacrificio y harán los sacrificios de reconciliación presentados por el gobernante, el cual se inclinará junto al umbral de la puerta, tocando el suelo con la frente, y luego saldrá. La puerta no volverá a cerrarse hasta el atardecer. Los sábados y de luna nueva, el pueblo adorará delante del Señor, frente a la misma puerta. Los animales que el gobernante debe presentar en el sábado para quemarlos como ofrenda al Señor son seis corderos y un carnero, todos sin ningún defecto. Por cada carnero ofrecerá veinte litros de cereales, y por los corderos lo que quiera. Por cada veinte litros de cereales ofrecerá tres litros y medio de aceite. El día de la luna nueva ofrecerá un becerro, seis corderos y un carnero, todos sin defecto. Por cada becerro ofrecerá veinte litros de cereales, y otro tanto por cada carnero, y por los corderos lo que quiera. Y por cada veinte litros de cereales, tres litros y medio de aceite.

»Cuando el gobernante entre, deberá hacerlo por el vestíbulo de la puerta, y saldrá por allí mismo. Y cuando en las fiestas el pueblo entre a adorar al Señor, deberá hacerlo así: los que entren por la puerta norte saldrán por la puerta sur, y los que entren por la puerta sur saldrán por la puerta norte. No volverán por la misma puerta por la que entraron, sino por la de enfrente. 10 El gobernante deberá entrar con el pueblo y salir también con él. 11 En las diversas fiestas se ofrecerán veinte litros de cereales por cada becerro, y otro tanto por cada carnero; por los corderos, lo que se quiera. Por cada veinte litros de cereales se ofrecerán, además, tres litros y medio de aceite.

12 »Cuando el gobernante haga una ofrenda voluntaria al Señor, como un animal para el holocausto o un sacrificio de reconciliación, se le abrirá la puerta oriental y ofrecerá su sacrificio de la misma manera que lo hace en los sábados. Una vez que haya salido, se cerrará la puerta.

La ofrenda diaria

13 »Todos los días por la mañana se ofrecerá un cordero de un año, sin defecto, para ser quemado como sacrificio al Señor. 14 Igualmente, cada mañana se le hará al Señor una ofrenda de siete litros de cereales y un litro de aceite, que se derramará sobre la harina. Este rito será obligatorio siempre. 15 El sacrificio en que se quema el cordero, y la ofrenda de cereal y de aceite, se deberán presentar siempre por la mañana.

Obligaciones del gobernante respecto de la tierra

16 »Yo, el Señor, digo: Si el gobernante regala a uno de sus hijos parte del terreno que le pertenece, pasará a ser propiedad hereditaria de sus descendientes. 17 Pero si el gobernante regala parte de su terreno a uno de sus servidores, sólo será suya hasta el año de liberación, en el que volverá a ser propiedad del gobernante y quedará como herencia de sus hijos. 18 El gobernante no tiene derecho de despojar a nadie de su propiedad. Lo que dé a sus hijos como herencia, deberá dárselo de sus propiedades; así nadie se quedará sin su propiedad ni se dispersará mi pueblo.»

Las cocinas del templo

19 Luego el hombre me llevó, por la entrada que había al lado de la puerta, a los cuartos que daban hacia el norte y que estaban consagrados exclusivamente para los sacerdotes. Señalándome un lugar hacia el occidente, por la parte de atrás, 20 me dijo: «Aquí es donde los sacerdotes deberán hervir la carne de los animales ofrecidos como sacrificio por la culpa o por el pecado, y cocer la ofrenda de cereales. Así no tendrán que sacar esas cosas al atrio exterior, ni el pueblo entrará en contacto con las cosas sagradas.»

21-22 Luego me llevó al atrio exterior y me hizo recorrer sus cuatro ángulos. Vi que en cada uno de los cuatro ángulos del atrio había un patio pequeño. Todos tenían las mismas medidas de veinte metros por quince; 23 alrededor de ellos había un muro de piedra, y al pie de todo el muro había fogones. 24 Entonces me dijo: «Éstas son las cocinas donde los que sirven en el templo hervirán los animales que el pueblo ofrezca en sacrificio.»

El agua que brota del templo

47 El hombre me hizo volver después a la entrada del templo. Entonces vi que por debajo de la puerta brotaba agua, y que corría hacia el oriente, hacia donde estaba orientado el templo. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al lado sur del altar. Luego me hizo salir del terreno del templo por la puerta norte, y me hizo dar la vuelta por fuera hasta la entrada exterior que miraba al oriente. Un pequeño chorro de agua brotaba por el lado sur de la entrada. El hombre salió hacia el oriente con una cuerda en la mano, midió quinientos metros y me hizo cruzar la corriente; el agua me llegaba a los tobillos. Luego midió otros quinientos metros y me hizo cruzar la corriente; el agua me llegaba entonces hasta las rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo cruzar la corriente; el agua me llegaba ya a la cintura. Midió otros quinientos metros y la corriente era ya un río que no pude atravesar; se había convertido en un río tan hondo que sólo se podía cruzar a nado. Entonces me dijo: «Fíjate bien en lo que has visto.»

Después me hizo volver por la orilla del río, y vi que en las dos orillas había muchos árboles. Entonces me dijo: «Esta agua corre hacia la región oriental y llega hasta la cuenca del Jordán, de donde desembocará en el Mar Muerto. Cuando llegue allá, el agua del mar se volverá dulce. En cualquier parte a donde llegue esta corriente, podrán vivir animales de todas clases y muchísimos peces. Porque el agua de este río convertirá el agua amarga en agua dulce, y habrá todo género de vida. 10 Desde En-gadi hasta En-eglaim habrá pescadores, y ahí pondrán a secar sus redes. Y habrá allí tanta abundancia y variedad de peces como en el mar Mediterráneo. 11 Pero en las ciénagas y pantanos no habrá agua dulce; allí quedará agua salada, que servirá para sacar sal. 12 En las dos orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas no se caerán nunca, ni dejarán de dar fruto jamás. Cada mes tendrán fruto, porque estarán regados con el agua que sale del templo. Los frutos servirán de alimento y las hojas de medicina.

Los límites del país

13 »Yo, el Señor, digo: Éstos son los límites del país que recibirán como herencia las doce tribus de Israel (a José le corresponde una porción doble). 14 Yo juré dar este país a los antepasados de ustedes. Repártanselo por partes iguales. Este país será su herencia.

15 »Los límites por el norte, partiendo del mar Mediterráneo, pasarán por la ciudad de Hetlón y las ciudades de Sedad, 16 Berotá y Sibraim (las cuales se encuentran entre el territorio de Damasco y el de Hamat), y Hasar-haticón (que limita con Haurán). 17 Así pues, el límite norte irá desde el Mediterráneo hasta Hasar-enán, quedando al norte los territorios de Damasco y de Hamat.

18 »Los límites orientales irán desde el punto situado entre Haurán y Damasco hasta la ciudad de Tamar, junto al Mar Muerto, a lo largo del río Jordán, que servirá de frontera entre el territorio de Galaad y el de Israel.

19 »Los límites por el sur partirán de Tamar, pasando por el oasis de Meribá-cadés y por el arroyo de Egipto, hasta llegar al Mediterráneo.

20 »El límite occidental lo formará el mar Mediterráneo, desde la frontera con Egipto hasta el lugar de la costa que está frente a la entrada de Hamat.

21 »Éste es el país que deben repartir entre las doce tribus de Israel. 22 Será la herencia que les toque a ustedes, y también a los extranjeros que vivan con ustedes y que tengan hijos entre ustedes. Deberán considerarlos como si hubieran nacido en Israel. Cuando repartan la tierra entre las tribus de Israel, a ellos también les tocará su parte. 23 Los extranjeros recibirán su parte en el territorio de la tribu en que estén viviendo. Yo, el Señor, lo ordeno.

División del país entre las tribus

48 »Ésta es la lista de las tribus:

»Partiendo de la frontera norte, que va desde el Mediterráneo y pasa por Hetlón, la entrada de Hamat y Hasar-enán, al sur de los territorios de Damasco y Hamat, cada tribu recibirá una porción de territorio desde la frontera oriental hasta la occidental, en este orden:

Dan
Aser
Neftalí
Manasés
Efraín
Rubén
Judá

»En seguida vendrá el territorio que deberán reservar, y que se extiende también de oriente a occidente. De ancho medirá doce kilómetros y medio, y de largo medirá lo mismo que miden los otros territorios de oriente a occidente. En medio de él estará el templo.

El territorio consagrado al Señor(C)

»La porción consagrada al Señor dentro de este territorio tendrá doce kilómetros y medio de largo por diez de ancho. 10 Dentro de esta porción habrá un terreno consagrado exclusivamente a los sacerdotes; por el norte y por el sur medirá doce kilómetros y medio, y por el este y el oeste, cinco kilómetros. En medio estará el templo del Señor. 11 Este terreno estará reservado a los sacerdotes consagrados al Señor, descendientes de Sadoc, que se encargaron de mi servicio y no siguieron a los demás israelitas cuando éstos se apartaron de mis caminos, como lo hicieron los levitas. 12 Por eso, dentro de la porción consagrada al Señor, junto al terreno de los levitas, los sacerdotes tendrán un terreno, que será la porción más sagrada. 13 Junto al terreno de los sacerdotes, los levitas tendrán el suyo, el cual medirá doce kilómetros y medio de largo por cinco de ancho. La parte consagrada al Señor tendrá, pues, en total doce kilómetros y medio de largo por diez de ancho. 14 Ésta será la mejor porción del país. Ninguna parte de ella se podrá vender o cambiar o pasar a otra persona, pues está consagrada al Señor.

15 »La porción restante, de doce kilómetros y medio de largo por dos y medio de ancho, no es sagrada. Allí podrá vivir la gente y allí estarán los pastizales para el ganado. En medio estará la ciudad, 16 que ocupará un cuadrado de dos mil doscientos cincuenta metros por lado. 17 Alrededor de la ciudad estarán los pastizales, los cuales tendrán ciento veinticinco metros de ancho en las cuatro direcciones. 18 A los lados de la ciudad queda un terreno junto a la porción consagrada al Señor, que tiene cinco kilómetros de largo por el oriente y otro tanto por el occidente. Este terreno se cultivará, y sus productos servirán para alimentar a la gente que trabaja en la ciudad. 19 Los que trabajen en la ciudad, cualquiera que sea la tribu israelita a que pertenezcan, cultivarán ese terreno. 20 Todo el terreno así reservado, formado por la porción consagrada al Señor más lo que pertenece a la ciudad, formará un cuadrado de doce kilómetros y medio por lado.

El territorio para el gobernante(D)

21-22 »Al gobernante le tocará el resto de la franja de territorio que queda entre los territorios de Judá y de Benjamín; es decir, los terrenos situados a uno y otro lado de la porción reservada al Señor y del terreno de la ciudad. Medirá doce kilómetros y medio de ancho, y se extenderá por el oriente hasta la frontera oriental, y por el occidente hasta el mar. En el centro quedarán la porción reservada al Señor, con el templo, más la porción de los levitas y el terreno de la ciudad.

El territorio de las otras tribus

23-27 »El territorio de las otras tribus sigue hacia el sur. Cada tribu recibirá una porción de territorio desde la frontera oriental hasta la occidental, en este orden:

Benjamín
Simeón
Isacar
Zabulón
Gad

28 »Al sur del territorio de Gad, la frontera irá desde Tamar, pasando por el oasis de Meribá-cadés y el arroyo de Egipto, hasta el mar Mediterráneo.

29 »Éste es el país que recibirán como herencia las tribus de Israel, y de esa manera deberán ustedes repartirlo. Yo, el Señor, lo ordeno.

Las puertas de Jerusalén

30-34 »La ciudad estará rodeada de una muralla, que medirá dos mil doscientos cincuenta metros por cada uno de sus cuatro lados. En cada lado de la muralla habrá tres puertas, cada una dedicada a una de las tribus de Israel, en este orden: Las puertas del norte: a Rubén, Judá y Leví; las del oriente: a José, Benjamín y Dan; las del sur: a Simeón, Isacar y Zabulón; las de occidente: a Gad, Aser y Neftalí. 35 La muralla medirá en total nueve mil metros de largo, y el nombre de la ciudad será en adelante: “El Señor está aquí”.»

El templo del futuro

40 1-2 Habían pasado veinticinco años desde que llegamos presos a Babilonia, y catorce años desde la destrucción de Jerusalén. El día diez del mes de Abib,[a] al comenzar el año, Dios me llenó de su poder y me llevó al territorio de Israel. Allí me colocó sobre una montaña muy alta, y al mirar hacia el sur pude ver muchas construcciones, como las de una ciudad. Dios me llevó a esa ciudad, y allí vi a un hombre que parecía estar hecho de bronce. Estaba de pie, junto a la entrada, y en la mano tenía una cinta de lino y una regla para medir.

Aquel hombre me dijo:

«Ezequiel, hombre mortal, Dios te trajo aquí para mostrarte la ciudad santa y su templo. Así que presta mucha atención, para que comprendas muy bien lo que te voy a enseñar. Luego tú deberás decir a los israelitas todo lo que veas».

Las entradas de la muralla

Lo primero que vi fue una muralla que rodeaba el templo. La regla que aquel hombre tenía en la mano medía tres metros, y con ella midió la muralla. Y la muralla tenía tres metros de espesor y tres de alto.

La entrada este

6-7 Luego se fue a la entrada del lado este, que atraviesa la muralla; subió los siete escalones y entró en un largo pasillo. En ambos lados de ese pasillo había tres cuartos de vigilancia; cada uno medía tres metros de ancho por tres metros de largo. Entre un cuarto y otro había dos metros y medio de distancia. Los cuartos eran todos iguales, y cada uno tenía una baranda de medio metro de ancho por medio metro de alto. También midió la distancia que había desde la pared del fondo de cada cuarto hasta la pared del fondo del cuarto de enfrente, y fue de doce metros y medio. Todos los cuartos tenían ventanas con rejas por dentro. Aquel hombre midió la distancia que había entre la entrada del pasillo y la entrada del primer cuarto de vigilancia, y fue de tres metros, que es el espesor de la muralla.

Al final del pasillo vi un salón que miraba hacia el patio interno del templo. La distancia desde la entrada de este salón a la entrada del último cuarto de vigilancia también era de tres metros. 8-16 El hombre midió el salón, y resultó que tenía cuatro metros de largo por diez de ancho. La puerta de entrada al salón resultó tener cinco metros de ancho. Las paredes de este salón tenían ventanas.

Luego el hombre midió el pasillo, y tenía seis metros y medio de ancho por veinticinco metros de largo. La puerta de entrada al pasillo resultó tener cinco metros de ancho, y sus paredes estaban decoradas con palmeras.

El patio exterior

17-19 Más tarde aquel hombre me llevó al patio exterior, que estaba entre la muralla y la entrada al patio del templo. Tanto al norte como al este, el patio medía cincuenta metros. Alrededor del patio había treinta cuartos, que a la entrada estaban pavimentados con piedra. Este pavimento se extendía también alrededor del patio, un poco más abajo de los portones.

La entrada norte

20-23 Aquel hombre me llevó también a otra entrada, que estaba al norte del patio exterior. Esta entrada se parecía en todo a la entrada del este, pues medía también veinticinco metros de largo y doce metros y medio de ancho. Tenía además siete escalones y un portón de entrada, un pasillo con cuartos, columnas decoradas y ventanas a los lados; al final del pasillo, por la parte de adentro, había una sala; frente a la entrada exterior había otra entrada, la cual conducía al patio interior del templo, a la misma distancia que la entrada del este.

La entrada del sur

24-27 Luego el hombre me llevó a otra entrada, que estaba al sur del patio exterior del templo. Sus medidas, escalones, portones, cuartos, columnas decoradas y pasillo, eran iguales en todo a las de las otras entradas. Tenía además un portón que conducía al patio interior del templo.

Las entradas del patio interior del templo

La entrada del sur

28-31 Aquel hombre y yo subimos ocho escalones, y entramos por la entrada del sur, que llevaba hacia el patio interior del templo. Sus medidas, portones, cuartos, columnas decoradas, ventanas y pasillo eran iguales en todo a las de las otras entradas. La única diferencia era que la sala daba hacia el patio exterior del templo, y que a esta entrada se subía por una escalera de ocho escalones.

La entrada del este

32-34 Entramos luego al patio interior del templo, por la entrada que estaba al este. Sus medidas, portones, cuartos, columnas decoradas, ventanas y pasillo eran iguales en todo a las de las otras entradas.

La entrada del norte

35-37 Después aquel hombre me llevó a la entrada que estaba al lado norte. Esta entrada era en todo igual a las anteriores, pues también tenía cuartos, columnas decoradas, ventanas y pasillo, y sus medidas eran iguales en todo a las de las otras entradas.

El cuarto junto a la entrada del norte

38 Al lado de la sala de la entrada del norte había también un cuarto, donde los ayudantes de los sacerdotes lavaban los animales que se presentaban para quemarlos como ofrendas. 39 En la sala de esa entrada había cuatro mesas, dos a cada lado; sobre esas mesas mataban a los animales para los diferentes tipos de ofrendas.

40 Afuera de esa sala también había cuatro mesas, dos de cada lado de las escaleras. 41 En total había ocho mesas para sacrificar a los animales, cuatro dentro de la sala y cuatro afuera.

42-43 Además, había otras cuatro mesas cuadradas, labradas en piedra, que medían setenta y cinco centímetros por lado, y cincuenta centímetros de alto. Estas mesas se usaban para las ofrendas quemadas. Sobre ellas se colocaban los instrumentos para matar a los animales, y también la carne de las ofrendas. Alrededor de la parte interior de la sala había unos ganchos dobles, de veinticinco centímetros de largo.

Los cuartos para los sacerdotes

44 En el patio interior había dos cuartos para los cantores. Uno de ellos estaba junto a la entrada del norte, y daba al sur; el otro estaba junto a la entrada del sur, y daba al norte. 45 Aquel hombre me dijo:

«El cuarto que da hacia el sur es para los sacerdotes que prestan su servicio en el templo; 46 el cuarto que da hacia el norte es para los sacerdotes que prestan su servicio en el altar. Ellos son los únicos que pueden acercarse a Dios para servirle, pues son descendientes de Sadoc».

El patio interior del templo

47 Luego, aquel hombre midió el patio interior del templo, que era cuadrado y medía cincuenta metros por lado. El altar estaba delante del templo. 48-49 Luego subimos diez escalones para llegar al pórtico que medía diez metros de ancho por seis de largo. Aquel hombre midió las columnas del pórtico, y cada una medía dos metros y medio de grueso. Junto a cada marco del pórtico había una columna. El portón era de siete metros de ancho, y las paredes que estaban al lado del portón medían un metro y medio de ancho.

El Lugar Santo

41 Aquel hombre me hizo entrar en el templo y midió las columnas, y resultó que tenían tres metros de grueso. La entrada misma tenía cinco metros de ancho, y las paredes en ambos lados medían dos metros y medio de ancho. El hombre midió la sala principal del templo, y resultó tener veinte metros de largo por diez de ancho.

El Lugar Santísimo

Después aquel hombre entró en la sala del fondo para medirla. Midió las columnas de la entrada, y tenían un metro de grueso. La entrada tenía tres metros de ancho, y el espesor de las columnas que estaban a cada lado era de tres metros y medio. Luego midió la sala, y resultó de diez metros por lado. Entonces aquel hombre me dijo: «Éste es el Lugar Santísimo».

Los cuartos del templo

Luego el hombre midió la pared del templo, y resultó que tenía tres metros de espesor. Alrededor del templo había cuartos, los cuales medían dos metros de largo. El edificio tenía tres pisos, y en cada piso había treinta cuartos. Alrededor del templo, por la parte de afuera, había unos soportes que sostenían los cuartos, para que no se apoyaran en la pared del templo. En el costado del templo había una escalera, para subir de un piso al otro. A medida que uno pasaba a un piso superior, las salas iban siendo cada vez más anchas.

Alrededor del templo había una base de tres metros de alto. Esta base estaba elevada y servía de cimiento a los cuartos que estaban junto al templo. 9-10 La pared de esos cuartos era de dos metros y medio de espesor, y había un espacio de diez metros entre estos cuartos y los cuartos de los sacerdotes, los cuales también estaban alrededor del templo. 11 Dos puertas daban salida a ese espacio, una hacia el norte, y otra hacia el sur. El espacio libre alrededor de los cuartos tenía un ancho de dos metros y medio.

El edificio al oeste del templo

12 Frente al patio, hacia el oeste, había un edificio que medía treinta y cinco metros de ancho por cuarenta y cinco de largo; su muro tenía dos metros y medio de espesor.

Medidas del templo

13 Aquel hombre midió el templo, y medía de largo lo mismo que el patio, el edificio y sus muros: cincuenta metros. 14 El frente del templo, junto con la parte del patio que daba al oeste, también medía cincuenta metros. 15 La parte posterior del templo que daba al patio, junto con los cuartos que tenía a cada lado, medía cincuenta metros de largo.

Otras partes del templo

El pórtico y las salas que había dentro del templo 16 estaban recubiertos de madera, lo mismo que las entradas, las ventanas con sus rejas, y los tres pisos de cuartos que rodeaban el templo de arriba abajo. 17-20 Las paredes del templo estaban decoradas con figuras de querubines y palmeras. Las figuras estaban una junto a la otra, y podían verse por dentro y por fuera, de arriba abajo, y desde la entrada hasta el Lugar Santísimo.

Cada querubín tenía dos rostros, un rostro de hombre y un rostro de león. Cada rostro miraba a la palmera que tenía a su lado. Estaban colocados en ese orden, alrededor de todo el templo.

21 Los postes del marco de la entrada del templo eran cuadrados. Frente a la entrada del Lugar Santísimo había una especie 22 de altar, hecho totalmente de madera, que medía un metro y medio de alto, un metro de largo y un metro de ancho. El hombre que me mostraba todo esto me dijo: «Ésta es la mesa que está delante de Dios».

23-24 Tanto la entrada al Lugar Santo como la entrada al Lugar Santísimo tenían puertas dobles, y cada puerta se abría hacia la pared. 25-26 Las puertas del templo estaban decoradas igual que las paredes, con querubines y palmeras. Un techo de madera cubría la parte exterior del templo, el pórtico y los cuartos que estaban junto al templo. A ambos lados del pórtico, y en los cuartos que estaban junto al templo, había ventanas enrejadas y decoraciones de palmeras.

Los cuartos de los sacerdotes

42 Después aquel hombre me llevó al patio, y me hizo entrar en el edificio de cuartos que estaba hacia el norte, en la parte posterior del templo, frente al patio. Por el lado norte, el edificio medía cincuenta metros de largo y veinticinco metros de ancho. Tenía tres pisos. Por un lado daba al espacio abierto que medía diez metros de ancho, y por el otro daba al piso empedrado del patio exterior. Frente a los cuartos había un pasillo de cinco metros de ancho y cincuenta de largo. Las puertas de los cuartos daban al norte.

Los cuartos del piso superior eran más pequeños que los del piso intermedio, y éstos eran menores que los de la planta baja, porque el piso de arriba no tenía columnas como el piso de abajo. Por eso se iban haciendo más angostos.

7-8 Los cuartos que daban al patio medían, todos juntos, veinticinco metros de largo, lo mismo que el muro que tenían enfrente. Los cuartos que daban hacia el templo medían, todos juntos, cincuenta metros de largo. A la planta baja de esos cuartos se podía entrar sólo por el lado este del patio.

10 Por el lado sur había otro edificio de cuartos. Esos cuartos estaban detrás del templo, y también a lo largo del muro del patio. 11 En todo eran iguales a los del lado norte. 12 A estos cuartos del lado sur se podía entrar sólo por el lado este, por donde comenzaba el pasillo frente al muro. 13 Aquel hombre me explicó lo siguiente:

«Los cuartos del lado norte están destinados a un uso especial, lo mismo que los del lado sur, que están frente al patio. Los sacerdotes comen allí las ofrendas que se presentan a Dios. Como son lugares muy especiales, allí también se llevan todas las ofrendas que se presentan a Dios. 14 Cuando los sacerdotes salen de esos cuartos, después de haber cumplido con sus servicios, deben dejar allí sus vestiduras especiales de sacerdotes. No se les permite salir con esas vestiduras al patio donde está el pueblo, sino que tienen que cambiarse de ropa».

15 En cuanto el hombre terminó de medir el templo, me sacó por la puerta que da al este, y empezó a medir la muralla. 16-20 Luego midió los cuatro lados de la muralla, y cada lado medía doscientos cincuenta metros de largo. Esta muralla servía para separar el templo del resto de la ciudad.

Dios vuelve al templo con gran poder

43 Aquel hombre me llevó a la entrada del este, y vi que venía el poderoso Dios de Israel. A su paso se oía un fuerte ruido, como cuando el río lleva mucha agua, y la tierra se cubrió de luz. Al ver esto, me acordé de lo que Dios me había mostrado cuando vino a destruir a Jerusalén. Todo esto era muy parecido a lo que él me dejó ver junto al río Quebar.

Yo me incliné hasta el suelo, mientras Dios entraba con gran poder en el templo, por la puerta del este. Entonces su espíritu me puso de pie, y me llevó al patio. Allí me di cuenta de que la grandeza de Dios había llenado el templo.

El hombre se paró a mi lado. En ese momento oí que alguien me hablaba desde el templo. Me decía:

«Ezequiel, hombre mortal, en este lugar he puesto mi trono. Aquí es donde yo reino, y donde viviré para siempre con los israelitas. No hay otro Dios como yo. No voy a permitir que ni ellos ni sus reyes vuelvan a serme infieles, ni que me falten al respeto adorando a sus reyes muertos. Tampoco volverán a construir sus palacios junto a mi templo, separados sólo por una pared. Sus infidelidades me ofenden, pues yo soy un Dios diferente. Tanto me hicieron enojar, que por eso los destruí. Sin embargo, si me son fieles, y no vuelven a adorar a sus reyes, yo viviré siempre con ellos.

10-11 »Anda y di a los israelitas cómo debe ser el templo, y sus salidas y entradas. Muéstrales la forma exacta y las medidas que deben tener; descríbeles todo esto, para que lo hagan tal como te lo he ordenado. Enséñales también todos los mandamientos que te he dado, para que los obedezcan y se avergüencen de sus malas acciones.

12 »Ésta es la ley del templo: Todo el terreno en la parte alta de la colina que rodea el templo, será declarado un lugar santo».

El altar

13-17 El altar tenía una forma casi piramidal, y estaba hecho de tres cuadrados de diferentes medidas: La parte inferior medía siete metros por lado y un metro de alto, aunque por causa del canal que rodeaba el altar sólo se veía medio metro. La parte central era cuadrada y medía seis metros por lado y dos metros de alto. La parte superior, donde se quemaban las ofrendas, era cuadrada, medía dos metros por lado, y tenía dos metros de altura. Por la parte de arriba sobresalían cuatro ganchos en forma de cuernos. Los escalones para subir al altar daban hacia el este.

Las ofrendas para consagrar el altar

18 Luego, aquel hombre me dijo:

«El Dios de Israel ordena hacer lo siguiente:

“Cuando el altar ya esté listo para rociarlo con sangre y presentar en él ofrendas, 19 sólo podrán acercarse al altar y servirme los sacerdotes descendientes de Sadoc. Tú les darás un ternero para que me lo presenten como ofrenda por el pecado. Yo, el Dios de Israel, lo ordeno.

20 ”Después de eso, purificarás el altar con un poco de la sangre del ternero. La rociarás en los cuatro ganchos del altar, en las cuatro esquinas de la parte superior, y alrededor de todo el borde. 21 Luego tomarás el ternero que se ofrendó por el pecado, y lo quemarás afuera del templo, en el lugar señalado.

22 ”El segundo día presentarás, como ofrenda por el pecado, un cabrito sin defectos, y los sacerdotes harán lo mismo que hicieron con el ternero, para purificar el altar. 23 Una vez que hayan presentado estas ofrendas, tomarás un ternero y un carnero que no tengan ningún defecto, 24 y me los presentarás como ofrenda. Los sacerdotes les echarán sal y los quemarán por completo en mi honor.

25-27 ”Durante siete días me presentarás diariamente, como ofrenda por el pecado, un cabrito, un ternero y un carnero que no tengan ningún defecto. Cada día los sacerdotes purificarán por completo el altar, y así quedará consagrado a mi servicio. A partir del octavo día, los sacerdotes podrán presentarme las ofrendas que ustedes lleven para quemarlas en mi honor, y las ofrendas para pedirme salud y bienestar. Entonces yo los aceptaré a ustedes con mucho gusto. Yo, el Dios de Israel, lo afirmo”».

La puerta cerrada

44 Más tarde, aquel hombre me llevó a la puerta exterior del templo, la cual daba al este y estaba cerrada. Entonces Dios me dijo:

«Esta puerta debe estar siempre cerrada. Nadie podrá abrirla ni entrar por ella, porque por ella he pasado yo, el Dios de Israel. El único que podrá sentarse junto a ella será el gobernador, pero lo hará sólo cuando coma en mi presencia parte de las ofrendas. Aún en ese caso, entrará y saldrá únicamente por el pórtico».

Los que pueden entrar al templo

Después aquel hombre me llevó por la entrada del norte, que está frente al templo. Cuando vi que el gran poder de Dios había llenado el templo, me arrodillé hasta tocar el suelo con la frente. Entonces Dios me dijo:

«Ezequiel, hombre mortal, presta mucha atención a todas las instrucciones que te voy a dar acerca del templo. Es tu obligación saber quiénes pueden entrar en el templo, y quiénes no. Al pueblo de Israel le dirás de mi parte:

“Ustedes son muy rebeldes, y yo estoy cansado ya de sus acciones repugnantes. 7-8 No le dan ninguna importancia a mi templo; al contrario, dejan entrar en él a extranjeros, que ni en su cuerpo ni en su mente llevan la señal de mi pacto. Dejan en manos de esa gente el culto en el templo, que es algo muy especial y que a ustedes les corresponde hacer. Además, ustedes me faltan al respeto, pues me presentan grasa y sangre como ofrenda. Con esos actos repugnantes, ustedes faltan a mi pacto.

”Por eso, yo les aseguro que no entrará en mi templo nadie que no sea israelita. No entrará nadie que no lleve en su cuerpo y en su mente la señal de mi pacto, ¡ni siquiera los extranjeros refugiados en el país!

10-12 ”Los ayudantes de los sacerdotes podrán servir en mi templo como vigilantes de las entradas, o sirviendo al pueblo, o matando los animales que el pueblo me presente como ofrenda para quemarlos en mi honor. Sin embargo, tendrán que pagar por su pecado, porque me traicionaron. Cuando los israelitas se alejaron de mí para adorar a esos ídolos malolientes, ellos les sirvieron como sacerdotes. Les juro que así fue.

Los ayudantes de los sacerdotes

13-14 ”Los ayudantes de los sacerdotes tendrán que sufrir las consecuencias de haber cometido acciones repugnantes. Estarán a cargo del cuidado del templo, y de todo lo que se necesita para los servicios que se hacen en él, pero no podrán servirme como sacerdotes, ni podrán acercarse a ninguno de los utensilios que se usan en el culto.

Los sacerdotes

15 ”A pesar de que los israelitas dejaron de obedecerme, los sacerdotes descendientes de Sadoc siguieron sirviéndome en el templo con fidelidad. Por eso, ellos sí podrán acercarse a mí y presentar ofrendas en mi honor. Les juro que así será.

16 ”Sólo ellos podrán entrar en mi templo, y acercarse a mi altar y servirme. 17-18 Pero cuando entren en el templo, o por la puerta del patio interior, no podrán vestir ropa de lana. Toda la ropa que se pongan será de lino, ya sea el gorro o los calzoncillos. En la cintura no deberán ponerse nada que los haga sudar.

19 ”Cuando salgan al patio exterior, para encontrarse con el pueblo, se quitarán esa ropa de lino y la dejarán en las salas del templo. Esto es para que esa ropa especial no tenga contacto con la gente común.

20 ”Los sacerdotes deben recortarse el pelo, pero no raparse.

21 ”Ningún sacerdote deberá tomar vino cuando vaya a entrar al patio interior.

22 ”Ningún sacerdote debe casarse con una mujer viuda o divorciada; sólo podrá casarse con una israelita que nunca antes haya tenido relaciones sexuales, o bien con la viuda de un sacerdote.

23 ”Los sacerdotes deben enseñar a mi pueblo a distinguir entre lo divino y lo humano, y entre lo que es puro y lo que es impuro. 24 Cuando haya pleitos, deberán actuar como jueces, y las sentencias que dicten deben estar de acuerdo con mis enseñanzas. Además, deben obedecer todos los mandamientos que he dado acerca del sábado y las fiestas religiosas.

25 ”No deben tocar un cadáver, para no contaminarse, a menos que se trate de su padre, madre, hijo, hija, hermano o hermana soltera. 26 En caso de que se contaminen, deberán purificarse y esperar siete días. 27 Y cuando regresen a hacer sus servicios al patio interior del templo, deben presentar una ofrenda por el pecado. Ésta es una orden.

28 ”Los sacerdotes no tendrán propiedades en Israel; yo seré su única posesión y herencia.

29 ”Ellos podrán comer de las ofrendas de cereales y de los animales que los israelitas me presentan. Todo lo que los israelitas aparten para mí, será para ellos. 30 Y también serán para ellos los mejores primeros frutos de las cosechas y lo mejor de todas las ofrendas. El pueblo deberá darles también la mejor masa para su pan. Si lo hacen así, yo bendeciré sus hogares.

31 ”Ningún sacerdote debe comer la carne de algún animal que sea encontrado muerto, o que haya sido despedazado por las fieras.

El terreno para el templo

45 ”Cuando se haga el reparto de tierras, y a cada tribu se le dé la parte que le corresponda, se apartará para Dios un terreno de doce kilómetros y medio de largo por diez de ancho. Este terreno será exclusivamente para el servicio de Dios.

”De este terreno se apartará un área cuadrada de doscientos cincuenta metros por lado, alrededor de la cual quedará un espacio libre de veinticinco metros de ancho. Esta área será el terreno del templo.

3-4 ”Para los sacerdotes que sirven a Dios en el templo, se apartará un terreno de doce kilómetros y medio de largo por cinco de ancho. Este terreno será para las casas de los sacerdotes y para el templo. Por lo tanto, será considerado terreno sagrado.

”A los ayudantes de los sacerdotes se les dará un terreno, también de doce kilómetros y medio de largo por cinco de ancho, para que tengan ciudades donde vivir.

”Por último, se apartará un terreno de doce kilómetros y medio de largo por dos kilómetros y medio de ancho. Este terreno será para la ciudad de todo el pueblo de Israel, y quedará junto al terreno sagrado del templo.

El terreno para el gobernador

”También se apartará un terreno para el gobernador. Este terreno quedará a ambos lados del terreno del templo y del terreno para la ciudad. Por el oeste se extenderá hacia el mar Mediterráneo; por el este se extenderá hacia el río Jordán. De este a oeste, el terreno medirá de largo lo mismo que cualquier terreno de las tribus de Israel. El gobernador de Israel tendrá su propio terreno, así que no deberá quitarle terreno a nadie. Cada tribu de Israel tendrá su propio terreno.

Leyes para el gobernador

”Yo, el Dios de Israel, declaro: ‘Gobernantes de Israel, ¡ya basta de tanta violencia y explotación! ¡Dejen ya de robarle a mi pueblo! ¡Mejor háganle justicia, y pórtense honradamente!’

10 ”Usen pesas y medidas exactas, 11 y usen la misma medida para los granos y los líquidos. La medida básica debe ser de doscientos veinte litros, y dividirse en diez y hasta cien unidades.

12 ”Para las medidas de peso usen la medida básica de cinco kilos, que podrán dividir en cincuenta y hasta mil unidades.

Las ofrendas para el culto

13 ”Para las ofrendas de trigo y de cebada, deberán dividir sus cosechas en sesenta partes iguales, y me presentarán como ofrenda una de ellas. 14 También deben presentarme como ofrenda uno de cada cien litros del aceite que produzcan. 15 De sus ovejas, me darán una de cada doscientas, pero de las mejor alimentadas. Estas ovejas acompañarán a las ofrendas de cereales, a las ofrendas que se queman por completo, y a las que se presentan para pedirme salud y bienestar. De este modo yo les perdonaré sus pecados. Ésta es una orden.

16 ”Es obligación de todos en este país entregar esta ofrenda al gobernador de Israel. 17 A su vez, el gobernador tendrá que dar los animales para las ofrendas que se queman por completo, y también lo que se usa en las ofrendas por el pecado, de cereales y de vino, y para pedirme salud y bienestar. Esto lo hará en las fiestas que Israel celebra cada semana, cada mes y cada año. De este modo yo perdonaré sus pecados a los israelitas.

La fiesta de la Pascua

18 ”Yo, el Dios de Israel, ordeno: El día primero del mes de Abib,[b] ustedes me presentarán como ofrenda un ternero sin ningún defecto. Esta ofrenda será para limpiar el templo de cualquier pecado.

19-20 ”La purificación se hará de la siguiente manera: El sacerdote untará la sangre del animal en los postes de las puertas del templo, en las cuatro esquinas del altar y en los postes de las puertas del patio interior. Esto mismo volverá a hacerlo el día siete del mes, en favor de quienes hayan cometido un pecado sin quererlo, o sin darse cuenta de lo que hacían.

21 ”La fiesta de la Pascua deberá celebrarse el día catorce de ese mes. Durante siete días comerán pan sin levadura. 22 Ese día el gobernador me presentará como ofrenda un ternero, para perdón de sus propios pecados y de los de todo el pueblo. 23 Además, en cada uno de los siete días de la fiesta el gobernador me presentará como ofrenda siete terneros y siete carneros sin ningún defecto. Cada día me ofrecerá también un chivo, para que yo le perdone sus pecados. 24 Con cada ternero y con cada carnero me presentará como ofrenda veinte kilos de cereal y tres litros y medio de aceite.

La fiesta de las enramadas

25 ”El día quince del mes de Etanim[c] se celebrará la fiesta de las enramadas. Durante los siete días de la fiesta, el gobernador deberá presentarme las mismas ofrendas por el pecado, las mismas ofrendas que se queman en mi honor, y las mismas ofrendas de cereales y de aceite.

Las ofrendas del gobernador y del pueblo

46 ”Durante los seis días de trabajo, la puerta del lado este del patio interior estará cerrada; sólo se abrirá el sábado y el día en que haya luna nueva. Ésta es una orden.

”El gobernador entrará al pórtico viniendo del patio exterior, y se detendrá junto al marco de la entrada. Allí mismo, en la entrada, el gobernador se arrodillará hasta tocar el suelo con su frente para adorarme; mientras tanto, los sacerdotes quemarán los animales en mi honor y presentarán las ofrendas para pedirme salud y bienestar. Luego saldrá el gobernador, y la puerta permanecerá cerrada hasta el anochecer.

”Los sábados y los días de luna nueva, el pueblo en general me adorará frente a esa misma puerta. El gobernador, por su parte, deberá presentarme como ofrenda los siguientes animales:

”Cada sábado me ofrecerá seis corderos y un carnero sin ningún defecto. Con cada carnero me ofrecerá veinte kilos de cereal, pero con los corderos me ofrecerá solamente lo que pueda dar. Con cada veinte kilos de cereal me ofrecerá tres litros y medio de aceite.

”Cada mes, en el día de luna nueva, me presentará un ternero, seis corderos y un carnero sin ningún defecto. Con cada ternero y con cada carnero me ofrecerá veinte kilos de cereal; con los corderos me ofrecerá lo que pueda dar. Con cada veinte kilos de cereal me ofrecerá también tres litros y medio de aceite.

”El gobernador entrará y saldrá por el pórtico de la entrada, pero durante las fiestas, cuando el pueblo entre a adorar a Dios, se hará lo siguiente:

”El que entre por la puerta norte saldrá por la puerta sur, y el que entre por la puerta sur saldrá por la puerta norte. Nadie podrá salir por la misma puerta por la que entró; siempre saldrá por la puerta opuesta.

10 ”El gobernador deberá acompañar siempre al pueblo, tanto cuando entre al templo como cuando salga.

11 ”En cada una de las fiestas, las ofrendas se presentarán de la siguiente manera: Con cada ternero, y con cada carnero, me ofrecerán veinte kilos de cereal; con los corderos me ofrecerán lo que puedan dar. Con cada veinte kilos de cereal me ofrecerán también tres litros y medio de aceite.

12 ”Cuando el gobernador me presente una ofrenda voluntaria, ya sea para que se queme por completo, o para pedirme salud y bienestar, se abrirá la puerta del este para que me ofrezca el animal como se hace los sábados. Una vez que me presente sus ofrendas y haya salido, volverá a cerrarse la puerta.

13-15 ”Todas las mañanas, sin falta, deberán ofrecerme un cordero de un año, sin ningún defecto, para que sea quemado en mi honor. También deberán presentarme cada mañana una ofrenda de siete kilos de cereal y un litro de aceite. El aceite deberá derramarse sobre la harina.

Las obligaciones del gobernador

16 ”Cuando el gobernador regale una porción de sus tierras a alguno de sus hijos, esa porción de terreno será la herencia de ese hijo. Ésta es una orden.

17 ”Pero si el gobernador regala una porción de sus tierras a uno de sus sirvientes, esa porción de terreno será del sirviente sólo hasta el año de liberación. En ese año el sirviente devolverá el terreno al gobernador, pues se trata de la herencia de sus hijos. 18 El gobernador no podrá adueñarse de la tierra que es del pueblo, ni podrá dársela a sus hijos como herencia. Si les quiere dar algo, debe darles lo que sea de su propiedad. Así que no le podrán quitar a la gente de mi pueblo sus propiedades”».

Las cocinas del templo

19 Después de esto, el hombre me llevó por la entrada que había al lado de la puerta, a ver los cuartos que daban hacia el norte; eran los cuartos que solamente podían usar los sacerdotes. Allí me mostró la parte posterior del edificio, que daba hacia el oeste. 20 Entonces me dijo:

«Aquí es donde los sacerdotes deben hervir la carne de los animales que me ofrecen para el perdón de sus pecados; aquí también deben cocinarse las ofrendas de cereales. De este modo no hará falta sacar la comida al patio exterior, donde la gente podría tocar estos alimentos especiales».

21-22 Luego ese hombre me llevó a recorrer las cuatro esquinas del patio exterior. En cada esquina había un patio pequeño, y cada patio medía veinte metros de largo por quince de ancho. 23 Todos ellos estaban rodeados por un muro de piedra, y por toda la parte baja del muro había fogones. 24 Entonces ese hombre me dijo que éstas eran las cocinas, y que allí era donde los que sirven en el templo debían cocinar las ofrendas del pueblo.

El río que salía del templo

47 Aquel hombre me llevó de nuevo a la entrada del templo. Allí me di cuenta de que, por debajo de la entrada, salía agua. Esa agua venía del sur y, luego de pasar por el costado derecho del templo, corría hacia el este, que era hacia donde estaba orientado el templo. Luego aquel hombre me hizo salir por la puerta norte, y rodeando el templo por la parte de afuera me llevó hasta la entrada del este. Allí pude ver que también por el lado sur brotaba agua.

El hombre se dirigió hacia el este. Tomó una cuerda y midió quinientos metros; luego me ordenó cruzar la corriente. El agua me llegaba a los tobillos. Enseguida midió otros quinientos metros, y nuevamente me ordenó cruzar la corriente. Ahora el agua me llegaba a las rodillas.

El hombre midió otros quinientos metros, y otra vez me hizo cruzar la corriente. Para entonces el agua me llegaba a la cintura. Midió quinientos metros más, y la corriente era ya un río muy hondo que no pude cruzar a pie. La única manera de cruzarlo era nadando. Entonces el hombre me preguntó: «¿Te fijaste bien en todo esto?»

Cuando regresamos a la orilla del río, vi que en las dos orillas había muchos árboles. Entonces el hombre me dijo:

«Estas aguas corren hacia el este, y al llegar al desierto desembocan en el Mar Muerto. Allí el agua salada se vuelve dulce. 9-10 Desde En-gadi hasta En-eglaim, y por dondequiera que pasen estas aguas, habrá muchísimos peces. También habrá pescadores que pondrán a secar sus redes. ¡Habrá tantos peces, y de tantas clases, como en el mar Mediterráneo! Todo lo que se mueva en esas aguas vivirá, porque ellas harán que el agua amarga se vuelva dulce. 11 Sólo seguirán siendo salados los charcos y los pantanos, que no servirán más que para sacar sal.

12 »En las dos orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas nunca se caerán, sino que se usarán como medicina. Serán regados con el agua que sale del templo, y el fruto que darán cada mes servirá de alimento».

Límites de la tierra de Israel

13-14 Dios ha establecido ya los límites de la tierra de Israel. Él mismo ha dicho:

«Esta tierra se la prometí a los antepasados de ustedes, y es la herencia que les daré. Ustedes deberán repartirla por partes iguales entre las doce tribus, pero a la tribu de José deben darle dos partes.

15-17 »Por el norte, el límite partirá del mar Mediterráneo, y pasará por las ciudades de Hetlón, Sedad, Berotá y Sibraim. Estas ciudades están entre los territorios de Damasco y Hamat. De allí seguirá hasta Hasar-haticón, o Hasar-enán, que limita con Haurán.

18 »Por el este, el límite lo marcará el río Jordán. Partirá del punto que está entre Haurán y Damasco, y se extenderá por toda la frontera que divide a Israel de Galaad, hasta la ciudad de Tamar, que está junto al Mar Muerto.

19 »Por el sur, el límite partirá de Tamar, y se extenderá hasta el oasis de Meribá-cadés, en dirección al arroyo de Egipto, hasta llegar al Mediterráneo.

20 »Por el oeste, el límite será el mar Mediterráneo, desde la frontera con Egipto hasta la costa que está frente a la entrada de Hamat.

21-22 »Esta tierra es su herencia, y deberán repartirla por sorteo entre las doce tribus de Israel. En el reparto deben incluir a los extranjeros refugiados, y también a los hijos que ellos tengan mientras vivan entre ustedes. Sus hijos tendrán el mismo derecho que los israelitas por nacimiento. 23 El territorio que les den lo tomarán de la tribu donde estén viviendo. Ésta es una orden de Dios.

Cómo se debe repartir la tierra

48 1-7 »Ésta es la lista de las tribus de Israel. La tierra se repartirá entre ellas de norte a sur, comenzando por la frontera norte. Esta frontera va desde el Mediterráneo hasta la parte sur de Damasco y Hamat, pasando por Hetlón, la entrada de Hamat y Hasar-enán. Cada tribu recibirá su propio territorio. Partiendo de este a oeste, el orden de distribución será el siguiente:

Dan,

Aser,

Neftalí,

Manasés,

Efraín,

Rubén y

Judá».

El terreno apartado para Dios

Dios también dijo:

«En la parte sur de Judá, y también de este a oeste, se apartará un territorio de doce kilómetros y medio de ancho, y del mismo largo que los otros territorios. 9-13 También se apartará un terreno para mí, de doce kilómetros y medio de largo por diez de ancho. En ese terreno estará mi templo. Por el norte y por el sur medirá doce kilómetros y medio, y por el este y el oeste, diez kilómetros.

»Este terreno será para mí, y lo ocuparán únicamente los sacerdotes descendientes de Sadoc. Estos sacerdotes siempre han estado a mi servicio, y nunca lo abandonaron, como lo hicieron los de la tribu de Leví y las demás tribus israelitas.

»También los ayudantes de los sacerdotes tendrán su propio terreno, que estará junto al de los sacerdotes. Medirá doce kilómetros y medio de largo por cinco de ancho.

14 »Como ésta será la mejor parte de la tierra, y estará consagrada a mí, ni siquiera una parte de ella podrá venderse o cambiarse, o traspasarse a otra persona. 15 La parte restante, de doce kilómetros y medio de largo por dos y medio de ancho, sí podrá usarse para que la gente viva allí, y también para que el ganado se alimente con sus pastos, pues no es un terreno consagrado a mí.

»En medio del terreno estará la ciudad. 16 Será de forma cuadrada, y medirá dos mil doscientos cincuenta metros por lado. 17 Los campos de pastos para los animales medirán ciento veinticinco metros de ancho, y rodearán por completo la ciudad.

18-19 »En los lados este y oeste de la ciudad, junto al terreno apartado para mí, habrá un terreno cuadrado de cinco kilómetros por lado. Este terreno lo cultivarán los que trabajen en la ciudad, sin importar de qué tribu sean. Todo lo que produzcan será para ellos.

20 »La parte consagrada a mí, junto con el terreno de la ciudad, formará un cuadrado de doce kilómetros y medio por lado.

El terreno del gobernador

21 »Al gobernador le tocarán los terrenos que están en ambos lados de la parte que me corresponde, así como el resto del terreno, que es de la ciudad. El terreno del lado este se extenderá hasta la frontera este, y el terreno del lado oeste se extenderá hasta el mar Mediterráneo. Cada terreno medirá doce kilómetros y medio de ancho, y ambos correrán paralelos a los terrenos de las tribus. En el centro estarán el templo y la parte que me corresponde. 22 Los terrenos de los ayudantes de los sacerdotes, y los de la ciudad, quedarán en medio del terreno del gobernador, entre los territorios de Judá y de Benjamín.

El terreno de las otras tribus

23-27 »Las otras tribus recibirán también su propio terreno. El orden será el siguiente, partiendo de norte a sur y de este a oeste:

Benjamín,

Simeón,

Isacar,

Zabulón y

Gad.

28 »Al sur del territorio de Gad, la frontera irá de este a oeste, partiendo de Tamar y hasta llegar al mar Mediterráneo, pasando por el oasis de Meribá-cadés y el arroyo de Egipto.

29 »Así es como deberá sortearse y repartirse la tierra que es la herencia de las tribus de Israel. Yo soy el Dios de Israel.

Los portones de Jerusalén

30-34 »La ciudad será de forma cuadrada, y tendrá dos mil doscientos cincuenta metros por lado. En cada lado habrá tres entradas, y cada una tendrá un portón que llevará el nombre de una de las tribus de Israel, en el siguiente orden:

Los portones del norte: Rubén, Judá y Leví;

los portones del este: José, Benjamín y Dan;

los portones del sur: Simeón, Isacar y Zabulón;

los portones del oeste: Gad, Aser y Neftalí.

35 »La muralla que rodeará la ciudad será de nueve mil metros. A partir de ese día, la ciudad se llamará: “Casa de Dios”».

Footnotes

  1. Ezequiel 40:1 Abib. Véase nota en 29.17.
  2. Ezequiel 45:18 Abib. Véase nota en 29.17.
  3. Ezequiel 45:25 Etanim: Séptimo mes del calendario lunar judío. En nuestro calendario solar corresponde al período que va de mediados de septiembre a mediados de octubre.