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Dije yo en mi corazón: Ven ahora, probarás la alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí, esto también era vanidad.

A la risa dije: Estás loca; y al placer: ¿De qué sirve esto?

Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que anduviese mi corazón en sabiduría, mientras iba tras el desvarío, hasta ver cuál es la dicha de los hijos de los hombres, por la que se afanan debajo del cielo todos los días de su vida.

Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;

me hice huertos y jardines, y planté en ellos toda clase de árboles frutales.

Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el parque donde crecían los árboles.

Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.

Acumulé también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; contraté cantores y cantoras, y gocé de los deleites de los hijos de los hombres: un harén de concubinas.

Y fui engrandecido y exaltado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; además de esto, conservé conmigo mi sabiduría.

10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó del fruto de todo mi trabajo; y ésta fue la recompensa de toda mi faena.

11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y perseguir el viento, y sin sacar provecho debajo del sol.

12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría, los desvaríos y la necesidad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que suceda al rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho.

13 Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.

14 El sabio tiene sus ojos en la frente, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que una misma suerte correrá el uno como el otro.

15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.

16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.

17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me resultaba fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y caza de viento.

18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar al hombre que me suceda.

19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad.

20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había ocupado debajo del sol mi sabiduría.

21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ella! También es esto vanidad y mal grande.

22 Porque ¿qué le queda al hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?

23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.

24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.

25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?

26 Porque al hombre que le es grato, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo; mas al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo al que agrada a Dios. También esto es vanidad y afán de viento.

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