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La sabiduría es un regalo de Dios

1-2 Sólo Dios puede darnos sabiduría,
porque sólo él la tiene.
Sólo Dios puede contar
la arena del mar,
las gotas de lluvia
y la eternidad del tiempo.
Sólo Dios puede medir
la altura del cielo,
la anchura de la tierra
y la profundidad del mar.
Antes de crear todas las cosas,
Dios creó la sabiduría.
Las enseñanzas de Dios
son la fuente de la sabiduría,
y ella nos enseña a obedecer
sus mandamientos eternos.
Sólo Dios es capaz de comprender
todos los secretos de la sabiduría.
Nadie más puede dar a conocer
todo el conocimiento que ella tiene.

Sólo Dios es sabio;
sólo él merece el mayor respeto,
pues es nuestro gran rey.
Fue Dios quien creó la sabiduría.
Con mucho cuidado la midió
y llenó con ella todas sus obras.
10 Dios ha dado sabiduría
a todos los seres humanos,
pero los que lo aman
reciben aún más sabiduría.

Qué significa ser sabio

11-12 Los que obedecen a Dios
serán también respetados.
Vivirán una larga vida
llena de alegría y satisfacción.
13 Los que obedecen a Dios
tendrán una muerte tranquila,
y serán alabados por todos.

14 Todo el que quiera ser sabio
debe empezar por obedecer a Dios.
La sabiduría acompaña
a los que son fieles a Dios,
desde el momento en que nacen.
15 Desde el principio ha estado
con todos los seres humanos,
y nunca dejará abandonados
a los que nazcan después.
16-17 La verdadera sabiduría
consiste en obedecer a Dios.
Los que la buscan fielmente
la reciben en abundancia.
Ella misma les da muchas riquezas
y llena sus graneros con trigo.
18 Todos los que obedecen a Dios
reciben de la sabiduría
una corona de paz y bienestar.

19 Dios vio y midió a la sabiduría,
y la dejó caer sobre nosotros
como lluvia sobre la tierra.
Fue así como recompensó
a todos los que querían ser sabios.
20 La sabiduría se parece a un árbol:
sus raíces son la obediencia a Dios
y sus ramas son largos años de vida.
21 La obediencia a Dios
aleja el pecado y evita su enojo.

El que es sabio es paciente

22 No es posible disculpar
a quien se enoja sin razón;
el mucho enojo lleva al desastre.
23-24 El que es sabio es paciente;
sabe controlar su enojo
y habla cuando conviene hacerlo;
la gente alaba su inteligencia
y su premio es la alegría.

El que es sabio es obediente

25 Los que realmente son sabios
piensan antes de hablar,
pero a la gente pecadora
no le gusta obedecer a Dios.

26 Si ustedes quieren ser sabios,
deben obedecer a Dios,
y él les dará mucha sabiduría.
27 El que es sabio y educado
lo demuestra obedeciendo a Dios;
lo que más le agrada
es la gente fiel y humilde.

Ser sabio es ser sincero

28 Adoren a Dios de todo corazón;
no sean hipócritas ni mentirosos.
29 Tengan cuidado con lo que dicen;
no digan una cosa y hagan otra.
30 No se crean más que los otros,
porque pueden fracasar
y quedar en vergüenza.
Dios sacará a la luz lo que son,
y los humillará delante de todos.