Add parallel Print Page Options

La reforma de Josías (22,1—23,30)

Josías de Judá (640-609) (2 Cr 34,1-2)

22 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante treinta y un años. Su madre se llamaba Jedidá y era hija de Adaías, natural de Boscat. Actuó correctamente ante el Señor y siguió siempre las huellas de su antepasado David, sin desviarse lo más mínimo.

El Libro de la Ley (2 Cr 34,8-11.15-28)

En el año décimo octavo del reinado de Josías, el rey envió al Templo al secretario Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán, con este mensaje:

— Sube a ver al sumo sacerdote Jilquías y dile que prepare el dinero del Templo aportado por la gente y recogido por los porteros. Que se lo entregue a los encargados de las obras del Templo, para que paguen a los obreros que llevan a cabo la reparación de los desperfectos del Templo, carpinteros, constructores y albañiles, y para que compren madera y piedras labradas con destino a la reparación del Templo. Y que no se les pida cuenta del dinero entregado, porque actúan con honradez.

El sumo sacerdote Jilquías dijo al secretario Safán:

— He encontrado en el Templo el Libro de la Ley.

Jilquías entregó el libro a Safán y este lo leyó. Luego se presentó al rey para informarle:

— Tus servidores han recogido el dinero que había en el Templo y se lo han entregado a los constructores encargados de las obras del Templo.

10 Luego Safán dio la noticia al rey:

— El sacerdote Safán me ha entregado un libro.

Y Safán se lo leyó al rey. 11 Cuando el rey oyó las palabras del Libro de la Ley, se rasgó las vestiduras 12 y ordenó al sacerdote Jilquías, a Ajicán, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Miqueas, al secretario Safán y a Asayá, el oficial del rey:

13 — Id a consultar al Señor por mí y por todo el pueblo de Judá sobre el contenido de este libro que se acaba de encontrar, pues el Señor estará muy furioso contra nosotros, ya que nuestros antepasados no han obedecido las palabras de este libro ni han cumplido todo cuanto está escrito en él.

14 El sacerdote Jilquías, Ajicán, Abcor, Safán y Asayá fueron a visitar a la profetisa Julda, esposa de Salún, el hijo de Ticuá y nieto de Jarjás, encargado del guardarropa, que vivía en el Barrio Nuevo de Jerusalén, y le contaron el asunto. 15 Ella les contestó:

— Esto dice el Señor, Dios de Israel: Decid al hombre que os ha enviado: 16 “Así dice el Señor: Voy a traer la desgracia sobre este lugar y sus habitantes, de acuerdo con el contenido de este libro que ha leído el rey de Judá. 17 Puesto que me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, provocando mi indignación con todas sus acciones, mi cólera arderá contra este lugar y no se apagará”. 18 Y al rey de Judá que os ha enviado a consultar al Señor le diréis: “Esto dice el Señor, Dios de Israel, con relación a las palabras que has escuchado: 19 Puesto que te has conmovido de corazón y te has humillado ante el Señor, al escuchar lo que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, que se convertirán en objeto de ruina y maldición; puesto que has desgarrado tus vestiduras y has llorado ante mí, yo también te he escuchado —oráculo del Señor—. 20 Por eso, cuando yo te reúna con tus antepasados, te enterrarán en paz y no llegarás a ver toda la desgracia que voy a traer sobre este lugar”.

Entonces los enviados llevaron la respuesta al rey.