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Yo soy un hombre que ha visto lo que se sufre cuando el Señor castiga las maldades. Él me hizo caminar en tinieblas, sin nada de luz. Se ha vuelto contra mí, de día y de noche me castiga sin parar. Me ha hecho sufrir tanto que hasta me veo avejentado y estoy lleno de tristeza. Él ha procurado que sólo me acontezcan cosas malas; todo a mi alrededor es triste y penoso. Me ha hecho vivir en las tinieblas por largo tiempo, como si ya estuviera muerto. Me ha maltratado por todos lados, casi no tengo ni respiro; estoy tan apesadumbrado que parece que estuviera sujetado con cadenas pesadas. ¡Por más que grite y clame no me pone nada de atención! ¡Me ha cerrado el camino de modo que no veo nada claro en mi futuro! ¡Todos mis proyectos los ha estorbado y ya no sé qué hacer!

10 Me acecha como un oso, como un león, listo para atacarme. 11 Me ha arrastrado a un lado del camino, me ha despedazado con sus garras, me ha dejado indefenso y abandonado a mi suerte.

12 Como si fuera un arquero enemigo, me tomó de blanco para lanzarme sus flechas. 13 ¡Y claro que me ha clavado sus flechas en todo mi cuerpo!

14 Mi propia gente se burla de mí, no dejan de molestarme con sus burlas y rechiflas en ningún momento.

15 El Señor ha llenado mi vida de tristeza y vivo amargado y dolorido todo el tiempo.

16 Me ha hecho moler grava con mis dientes, me ha revolcado en el polvo.

17 ¡Me has quitado la paz! ¡Ya ni siquiera me preocupo por portarme bien!

18 Y dije: «Ya no tengo ganas de hacer nada y hasta estoy perdiendo la fe en el Señor».

19 ¡Oh, acuérdate de que ando sin saber adonde ir y afligido, con mucho dolor! 20 Porque nunca podré olvidar este tiempo tan terrible, y por eso estoy desanimado.

21 Pero hay algo que quiero recordar y en ello poner mi esperanza: 22 ¡en que el gran amor del Señor no tiene fin, pues sólo ha sido por su misericordia que nos ha guardado de la destrucción completa! 23 El Señor es digno de toda confianza; sus muestras de bondad las recibimos cada día.

24 El Señor es todo para mí, por lo tanto en él confiaré siempre. 25 El Señor es maravillosamente bueno con aquellos quienes en él confían, con aquellos que buscan seguir sus instrucciones. 26 Es bueno esperar en confiado silencio la salvación del Señor.

27 Es bueno ser fiel al Señor desde la juventud. 28 Déjenla estar sola y en silencio, cuando el Señor le quiere mostrar algo. 29 Que incline su rostro hasta el suelo en señal de humildad, tal vez aún haya esperanza de algún cambio. 30 Que ponga su mejilla a quienes lo hieren, y que soporte sus insultos, 31 porque el Señor no la abandonará para siempre.

32 Aunque el Señor la aflija, también le mostrará compasión, por la grandeza de su bondad. 33 ¡Nadie crea que al Señor le agrada afligir al ser humano ni causarle dolor!

34 El pisotear a los prisioneros de su pueblo, 35 el negar al ser humano sus derechos en la presencia de Dios, 36 el no hacer justicia, ¡son cosas que el Señor para nada aprueba! 37 ¿Puede acaso suceder algo sin el permiso de Dios? 38 ¿Acaso no viene de Dios tanto lo bueno como lo malo?

39 ¿Por qué, pues, nosotros, simples seres humanos, nos quejamos cuando nos castigan por nuestros pecados? 40 Examinemos nuestra conducta y volvamos a ser fieles al Señor otra vez. 41 Alcemos nuestros corazones y manos al Dios del cielo. 42 ¡Hemos actuado muy mal, hemos sido muy tercos, pero tú no has perdonado!

43 Nos has derribado, Señor, en tu gran cólera, y nos has matado, no quisiste perdonarnos. 44 Te has cubierto como con una espesa nube para que nuestras oraciones no lleguen hasta ti. 45 Nos has tratado como si fuéramos basura delante de las naciones. 46 Todos nuestros enemigos han hablado en contra nuestra. 47 Estamos llenos de temor pues estamos atrapados, desolados y destruidos.

48 Me la paso llorando al ver la destrucción de mi pueblo. 49 Lágrimas fluyen de mis ojos sin descanso, al darme cuenta que no hay escape para mi pueblo. 50 ¡Oh, que el Señor mire desde el cielo y responda a mi ruego! 51 Estoy lleno de dolor al ver todo lo que les está pasando a las mujeres de Jerusalén.

52 Mis enemigos, a quienes nunca hice mal, me cazaron como a un ave. 53 Me metieron en un pozo y lo cubrieron con una roca. 54 El agua me cubría por completo. Pensé: «Este es el fin». 55 ¡Entonces yo me dirigí a ti en oración, Señor, desde la profundidad del pozo, 56 y atendiste mi petición! ¡Escuchaste mis oraciones, fuiste sensible a mi llanto! 57 Sí, tú acudiste ante mi oración desesperada y me dijiste: «No tengas miedo».

58 ¡Oh Señor, tú eres mi defensor! ¡Defendiste mi causa, pues tú has librado mi vida de la muerte!

59 Tú has visto el mal que me han hecho, Señor, sé mi juez y hazme justicia. 60 Has visto con que violencia me persiguen mis enemigos. 61 Señor, tú has escuchado los insultos y burlas que dirigen contra mí todo el día, 62 y cómo me agreden de todas formas; entonan canciones burlescas en mi contra. 63 Mira cómo se ríen y cantan alegremente contra mí esos refranes malintencionados. 64 ¡Oh Señor, dales su merecido por todo el mal que me han hecho! 65 ¡Permite que caigan en sus propias maldades, Señor! 66 ¡Persíguelos, Señor, en tu enojo y haz que caigan golpeados por la mala suerte!